Políticas
3/8/2023
¿Se podría pagar a los jubilados el 82% móvil, como propone la izquierda?
Recuperemos el derecho a cobrar un salario diferido cuando seamos mayores.
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Jubilados
La lista de Gabriel Solano y Vilma Ripoll tiene como una de las primeras medidas de su programa de gobierno la recomposición de las jubilaciones, las cuales se ubican hoy por debajo la línea de indigencia. Esto es así gracias al ajuste en regla que le han aplicado todos los gobiernos a los haberes previsionales mediante las modificaciones de la fórmula de movilidad y el saqueo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, destinado a financiar la fuga de capitales y pagar la deuda externa. Para terminar con el robo a los jubilados, una de las primeras propuestas es restablecer el 82% móvil, aplicado al mejor salario en actividad. Pero ¿Qué es el 82 móvil? ¿Qué es lo que se modificaría? ¿Se podría pagar? Veamos.
¿Qué es el 82% móvil?
Bien sabemos que las jubilaciones son un salario diferido por el que a los trabajadores se les extrae un porcentaje del salario durante su actividad. Sin embargo, los haberes previsionales están atados a fórmulas de movilidad arbitrarias que cada gobierno modifica para profundizar el recorte sobre las jubilaciones.
Es lo que hace hoy las jubilaciones se ubiquen por debajo de la línea de indigencia. Con el aumento de junio la jubilación mínima se ubica en $70.938, cuando la canasta de la tercera edad ya alcanzó los $202.064 en el mes de abril. Los aumentos en el año han acumulado un 41,52%, mientras la inflación lo hizo en un 50,7%, lo que constituye un ajuste en regla de los haberes previsionales y por ende un ataque certero a las condiciones de vida de los jubilados. Hoy un jubilado cobra alrededor del 40% de su mejor salario en actividad, un monto que se actualiza de manera completamente insuficiente y arbitraria.
Para esto fue fundamental el cambio en la fórmula de movilidad del gobierno del Frente de Todos, el cual vino a agravar la pérdida sufrida con los gobiernos anteriores, en el marco del ajuste fiscal que reclama el Fondo Monetario: en términos reales el poder adquisitivo de los haberes previsionales cayó 11,5% solo en 2022 y hasta un 18,2% en los últimos tres años. Nada que envidiarle al macrismo. A esto hay que agregar que el ajuste sobre los salarios de los trabajadores formales también pisa los haberes previsionales que estos deberán cobrar en su retiro.
Como contrapartida, el 82% móvil que propone la izquierda es recuperando su carácter de salario diferido que se cobra de acuerdo a la remuneración que se tuvo en actividad: surge del cobro del neto que se venía percibiendo, menos los descuentos de ley, y se actualiza en la misma medida siguiendo los aumentos paritarios. Esto debe ser acompañado de aumentos de salarios que los lleven al valor de la canasta básica con indexación por inflación, a diferencia de lo que pasa hoy, cuando los sueldos están por el piso y así y todo los jubilados cobran alrededor del 40% de su salario en actividad.
¿Se podría pagar el 82%?
Mientras los jubilados son cada vez más hundidos en la miseria, el ministro de Economía defiende la fórmula de movilidad vigente, mientras la oposición derechista sostiene que el problema es el déficit de la caja jubilatoria, y extorsionan a los trabajadores con que para incrementar los aportantes activos es necesaria una reforma laboral que abarate las contrataciones a los capitalistas.
Sin embargo, el FGS, que debería garantizar la sustentabilidad del sistema previsional, cuyo sentido solo puede ser que los jubilados perciban haberes que le permiten como mínimo cubrir su costo de vida, fue saqueado por todos los gobiernos de las últimas 4 décadas para financiar al Estado y pagar deuda externa. Al día de hoy, el 73% de esos fondos se destinan a títulos públicos, gracias a que en estos tres años usaron el equivalente a 10.000 millones de dólares para financiarse, en el marco del acuerdo con el FMI. Como vemos, existe una vinculación causal entre usar esta caja -para cubrir el déficit, los pagos de deuda y financiar la corrida al dólar- y mantener las jubilaciones en niveles de miseria.
¿Es cierto que el problema es que no hay suficientes activos para bancar a los pasivos por el estiramiento de la edad de las personas? Como explica Néstor Pitrola, candidato a diputado nacional, es falso que no se pueda. En primer lugar la expectativa de vida en la Argentina es una de las más bajas de los países de la región: 76 años, cuando hoy con la edad voluntaria la mayoría se está jubilando a los 70.
Pero el tema esencial es que las cajas han sido saqueadas y con ellas el sistema de aportes. Hasta 1994 los aportes eran el 27% del salario, 11% personal y 16% patronal. Hoy, en el sector privado el aporte personal es del 9,45 % y el patronal 11,15%. En el sector público la persona paga 11,45% y el Estado aporta 9,15%.
A su vez, los políticos capitalistas son los responsables de la enorme cantidad del empleo informal que rige en el mercado de trabajo, el cual ya sumo el año pasado 5.331.000 de trabajadores, cifra récord que equivale al 42,4% sobre un total de 12.576.000 de puestos laborales de asalariados en relación de dependencia privados, de acuerdo al Informe del Indec “Remuneración al trabajo asalariado, ingreso mixto e insumo de mano de obra, por sexo y tramos de edad” (Clarín, 03/08). Este número demuestra que cada vez son más los trabajadores que no podrán acceder a una jubilación o estarán obligados a pagar su propio retiro mediante una moratoria, mientras la patronal se beneficia con el ahorro de los aportes previsionales que implica la contratación informal.
Si echamos a los políticos capitalistas que desfinancian a la Anses en defensa de sus intereses de clase, rompemos con el FMI, reponemos los aportes patronales eliminados por Menem y recomponemos los salarios, el 82% móvil es totalmente viable y sustentable. La lista Unidad de luchadores y la izquierda es la única que lo propone porque defiende los intereses de los trabajadores y los jubilados.
https://prensaobrera.com/politicas/un-ano-de-massa-como-ministro-de-economia-crecio-la-inflacion-la-pobreza-y-la-devaluacion-del-peso