El dirigente de la CGT y del gremio de camioneros, Pablo Moyano, salió a respaldar al gobierno del Frente de Todos manifestando que “vamos a seguir bancando a este gobierno hasta el último día”. Se trata de un llamativo respaldo incondicional a quienes vienen aplicando el ajuste del FMI, en el marco de una nueva reunión del Consejo del Salario, reclamando a los trabajadores que respalden al gobierno para cumplir con el Fondo: la burocracia sindical no espera realizar ninguna medida para recomponer los salarios e ingresos populares.

La “arenga” de Moyano convocó a “seguir militando más allá de la bronca por la inflación (y) la suba de precios”, como si se tratara de algo ajeno a la política del gobierno. Lo hizo en la previa de las discusiones” por el salario mínimo anticipando así una nueva entrega.

El gobierno está entre los responsables de la inflación y la pérdida del poder adquisitivo salarial, y no entre los damnificados. Allí hace su contribución con los aumentos en las tarifas de luz, gas y agua, que impactan sobre toda la cadena de precios; o los aumentos en los combustibles impulsados por la “nacional” YPF; o la habilitación de aumentos a las prepagas; etc.

Para Moyano los problemas de la clase trabajadora se solucionarían con la universalización de las asignaciones familiares –hoy reducidas a solo 2 millones de trabajadores por el techo del gobierno- y a la aplicación de una suma fija para quienes “no lleguen a cubrir la inflación”: el gobierno viene ajustando en lo primero y ya descartó los segundo a cambio de un bono para los “salarios más postergados”, pero la CGT tampoco convocó a una acción de lucha por esto.

La escalada inflacionaria avanza sobre el poder adquisitivo de los trabajadores y amenaza superar incluso a las paritarias que cerraron por arriba del 100% de aumento para todo el año, con la salvedad que la mayoría de estas negociaciones no cuenta con cláusulas de indexación automática contra la inflación.

En aquellos sectores de trabajadores donde se han desarrollado luchas salariales se han obtenido resultados concretos por arriba de la media, como es el caso reciente de los residentes de salud que lograron una recomposición salarial obteniendo un básico superior a los $200.000 de bolsillo; o los trabajadores del Sutna, quienes tras meses de batalla lograron quebrar la barrera del 100% anualizado y garantizarse estar por arriba de la inflación para el año próximo. Siguen abiertos otros procesos de lucha, como los trabajadores concurrentes, trabajadores del Garrahan y de otras dependencias de la salud, docentes, etc.

Para respaldar sus declaraciones, Moyano agita el fantasma de la derecha y el retorno de Juntos por el Cambio, que vendría a avanzar con reformas antiobreras. Sin embargo, el gobierno encabeza la agenda del FMI, con recortes y ajuste en los planes sociales –como antesala de un mayor ataque al salario-, depreciación de las jubilaciones, liquidación del salario mínimo y “gestión patronal” de las negociaciones paritarias. Ademas, se trata de un gobierno que respaldó la reforma antiobrera en el Smata, en la empresa Toyota, como nave insignia del ajuste que se viene.

Las declaraciones de Moyano sirven para cubrir una nueva defección ante el Consejo del Salario. Si Moyano y la CGT quieren respaldar a los trabajadores la salida es pelear por un mínimo salarial que parta de cubrir la canasta básica, como reclama la Unidad Piquetera en las calles. Pero esto no está en sus planes.

La clase trabajadora no debe otorgarle ningún apoyo al gobierno del ajuste, ni a la oposición patronal ni a ninguno de los políticos capitalistas; sino reforzar su acción independiente por la defensa de un salario mínimo que cubra la canasta básica y salarios por arriba de la canasta familiar. Una recomposición general de los ingresos de los  trabajadores, junto a la generación de empleo y medidas  de urgencia para los sectores hundidos en la indigencia y la pobreza.

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