Universidad
27/11/2025
UBA: un balance de 2025
Resultados y perspectivas. Rechacemos la reforma laboral en la Universidad.

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Organizarse y luchar para derrotar los ataques de Milei a la educación
El 2025 empezó con una incógnita: ¿Iba Milei a derrotar la universidad pública y asestar un retroceso histórico al movimiento, o el movimiento popular iba lograr defenderla? Y retomamos un debate que tuvo su correlato entre estudiantes y trabajadores: ¿dialogar con Milei o pelear? Desde la UJS, en sintonía con la gremial AGD-UBA, sostuvimos que la estrategia del diálogo había fracasado (lo cual había sido debidamente advertido en el momento que Milei planteó una confrontación ideológica con la universidad, expresado en su voluntad de cerrarla) y que, en ese sentido, había que lanzar un plan de lucha propio. Por esta razón, impulsamos un plan de lucha escalonado: dar la pelea por asambleas, semaforazos y cortes para visibilizar.
Cuando hubo una adhesión política mayor impulsamos asambleas y en algunos casos, incluso, ocupaciones. Esto no tuvo una escalada muy alta y eso lo podemos explicar porque la dirección de la mayoría de los centros de estudiantes (Nuevo Espacio - Cámpora/Mella) dieron una pelea por desmovilizar, razón por la cual no se volcaron a dar una lucha política, sino que profundizaron su asimilación a las gestiones (autoridades) y se volcaron a una campaña clientelar para hacer la perfo de “subsanar” el vaciamiento (mediante la entrega de cuadernos, kit escolares, etc), en vez de dar una pelea contra el mismo. Todo esto con el telón de fondo de una elección a la cual todos eligieron apostar y, si bien el peronismo tuvo un triunfo en la provincia de Buenos Aires, fue luego derrotado en las generales. Ni hablar de los radicales que destinaron todos los recursos a la elección para terminar con un derrumbe electoral.
El fracaso de la expectativa en el Congreso
El armado narrativo para justificar la ausencia de organización fue la ley de financiamiento universitario, norma vetada por el gobierno en 2024. Producto de ese veto, la UJS había planteado que “si hay veto, hay toma”, con la consecuente toma de 100 facultades. El proceso de tomas, marchas y múltiples expresiones generó una presión que conquistó un leve aumento para gastos de funcionamiento, pero no así del salario docente y no docente, que es en última instancia el problema central de las “condiciones de cursada”(sin salario no hay docentes > cierre de comisiones > recorte de franja horaria). Este año, advertimos que si no poníamos los gremios al servicio de difundir, movilizar y organizar esta lucha, iba a ser más difícil poner de pie el movimiento estudiantil que había atravesado una experiencia y presentaba una desmoralización por la conclusión del proceso 2024; si bien no “prendió” hubo algunas expresiones como las asambleas y ocupaciones en Filosofía y Letras o Psicología, las asambleas en Exactas, las permanencias en Veterinaria o los cortes y clases públicas en la zona Houssay.
Uno de los sucesos más destacables fue la asamblea con más de 200 personas en el CBC de Avellaneda, impulsada por AGD y estudiantes. Una primer conclusión para extraer: donde la cosa se movió, tuvo que ver con la labor de agitación política para instalar un debate. Eso permitió que cientos de estudiantes hagan una primer experiencia. No da lo mismo dar la lucha política que no darla. Las autoridades empezaron a instrumentar el método de las sanciones para poder amedrentar; el caso más fuerte se da en la facultad de Psicología, donde el decano Jorge Biglieri insiste con avanzar en sanciones a estudiantes que se organizan con el EPA, por haber montado una bandera palestina en el pico del raid mediático sionista, mientras el Estado de Israel carga con más de 67.000 asesinatos en Gaza (registrado por su Ministerio de Salud, pero se calculan decenas de miles más bajo los escombros).
Como advertimos, no alcanzó con la votación de la ley de financiamiento porque el gobierno volvió a vetarla, como en 2024. Dicho veto fue anulado por el Congreso, pero el gobierno trabó la aplicación de la ley alegando el artículo 5 del presupuesto nacional, y tanto las federaciones como los gremios -exceptuando AGD en soledad- no hicieron nada. Recientemente, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) planteó avanzar en una judicialización, pero mientras no haya una presión popular no va a pasar nada. Una segunda conclusión que podemos extraer de este año de lucha: no es gratis desmovilizar.
La épica de la marcha de 2024 tiene la subtrama de que las autoridades usaron la movilización de más de un millón de personas como instrumento de negociación; una vez que conquistaron las migajas que les permitían sobrevivir, abandonaron. Cuando hablamos de “las gestiones” hablamos de Nuevo Espacio y de los K. En ambos casos, operaron de forma mancomunada para que no pase nada. ¿Por qué? Porque hoy en día lo que solía ser el bloque “franja”, el bloque “medicina” y el bloque “progre” (Sociales-Filo-Exactas) operan -con sus tensiones- de forma más homogénea. Hay varias razones, principalmente que la sábana está muy corta, pero también la asimilación política entre ellos cuando hicieron campaña por Sergio Massa (Nuevo Espacio y los K) durante el ballotage contra Milei; eso los ordenó del mismo lado (recordemos que Massa perdió por diez puntos y se fue a refugiar a un fondo de inversión llamado Greylock Capital Management y no dio ninguna pelea en estos dos años).
Esta asimilación política que parece reforzar la camarilla, en realidad la hace pender de un hilo: cada vez hay menos presupuesto para repartir. La homogeneización política se vio reflejada en muchas formas: la elección de mayo en la cual la vicepresidenta de Medicina, Claudia Negri (Nuevo Espacio), integró la lista de Leandro Santoro y en la misma lista en las elecciones de senadores se sumó a Ana Arias (decana Sociales - K). La actividad de campaña que hicieron en Plaza Houssay pinta de cuerpo entero la situación: participaron dirigentes juveniles de La Mella, La Cámpora, Itai Hagman (candidato a diputado nacional y dirigente de Patria Grande), Ana Arias y Carlos Rojo (presidente de la Asociación Médicos Municipales, ex titular del Pami y armador político de Nuevo Espacio en Medicina), que a la vez tiene vínculos con el ministro de salud bonaerense Nicolás Kreplak, que si bien está bajo el manto del gobernador Axel Kicillof, tiene relación muy fina con La Cámpora, al menos en la Facultad de Medicina.
El futuro ya llegó: la reforma laboral en la UBA
El gobierno ya anunció que viene a concluir lo que Macri no pudo en 2017, que es aprobar una reforma laboral que barre con los derechos de los trabajadores. No sólo el gobierno, sino que distintos sectores de la burguesía salieron a reivindicar la necesidad de una reforma laboral, entre ellos, Cristina Fernández de Kirchner.
La reforma laboral del gobierno no se puede escindir de las reformas educativas: el BA Aprende, la Sacau, o las distintas reformas que se están discutiendo en la Universidad Nacionales de las Artes (UNA). Días atrás salieron distintas notas alertando la nueva intención del gobierno de reformar la Ley Nacional de Educación, una ley que el movimiento estudiantil y docentes ha repudiado históricamente. Pero, naturalmente, lo que impulsa ahora el secretario del área, Carlos Torrendell (presionado por Paolo Rocca, del grupo Techint), de la mano de Milei, es una escalada más. Tiene dos puntos que parecen nodales: el ataque a la autonomía universitaria y los parámetros para pautar el presupuesto.
Todo esto, en el marco de que la reforma laboral ya está avanzando en la UBA en términos de reforma educativa, pero también afectará a los docentes y no docentes en la ultraactividad de los convenios colectivos. Esto, mientras los rectores están implementando despidos encubiertos por concursos que apuntan a terminar con la libertad de cátedra y pensamiento crítico, como parte de un reordenamiento ideológico de las carreras promulgado por la Sacau. Tan así es el tema que ante las 10.000 renuncias docentes, rectores y gestiones han reemplazado las bajas sin respetar el convenio colectivo con las promociones docentes y concursos, sino con designaciones a dedo.
Dos ejemplos clarísimos: los casos de Filosofía y Letras y Económicas, que si bien son casos distintos, tienen un punto común: empujar a los docentes a la renuncia. En Filo, mediante el cierre de la comisión “Gramática C”, e instando a las docentes a incorporarse a alguna de las otras comisiones de la cátedra, cuando tienen distintas perspectivas: formalismo, gramática generativa y cognitivismo. En Económicas directamente no les renovaron el concurso. Tanto desde el MxE (Económicas) como desde la UJS-PO Filo dimos una pelea por la reincorporación, en ambos casos de la mano de AGD – UBA. Esto requiere una movilización al Consejo Superior en el momento que se trate. Alertamos el método como antecedente. Todo esto mientras los trabajadores de la universidad tienen una pérdida salarial que, comparada con noviembre de 2023, debería tener un aumento de 44,5% para igualarlo.
Otra forma de ver cómo avanza la reforma laboral en la UBA es las distintas reformas que se vienen llevando adelante en relación a los planes de estudio al servicio del gran capital. En Derecho, el recorte de las materias que se inclinan por el Derecho Público y el reforzamiento del derecho privado; en Medicina, la eliminación de salud pública II; en Económicas, la eliminación de la cátedra con orientación marxista para promover la Escuela Austríaca; en su momento la interferencia de Chevron en Exactas, y la reforma del plan de estudios de Sociología de la UBA, entre otras.
La reforma laboral que plantea el gobierno viene de la mano de una reforma profunda de todos los otros ámbitos, con el objetivo de destruir todas las conquistas del movimiento obrero, el movimiento estudiantil y el movimiento de desocupados. Imponer una lógica mercantilista por sobre la promoción del desarrollo tecnológico, la ciencia y la investigación. Pensar las distintas reformas como islas nos lleva a un error metodológico de intervención. No hay eslabones sueltos: el reforzamiento represivo, de la mano de la persecución política con causas truchas a los luchadores, representa un intento del gobierno de desarmar la movilización popular del sector que hace veinte años lucha contra el Estado: el movimiento piquetero.
Un ejemplo clarísimo de cómo se aplica la reforma laboral en la universidad se da con las residencias: a partir de la reforma del gobierno, en las residencias nacionales se está empezando a discutir la posibilidad de elegir si ganar un salario A conservando sus derechos laborales, o un salario B (más alto) renunciando a los derechos laborales.
El método del Garrahan para ganar
La ofensiva del gobierno es brutal y las centrales sindicales están pintadas; esto no es azaroso, tiene que ver con los acuerdos de la CGT con el gobierno. La contención es feroz. Algo similar pasa con los centros de estudiantes que administran el recorte: la pelea política contra la reforma laboral en general y en la universidad tiene que darse mediante la superación de estas direcciones.
El método de la agitación política para difundir un conflicto, la asamblea para organizar, la huelga y ocupación como medida de fuerza marcaron el pulso de una lucha de alcance nacional, como la del Hospital Garrahan, donde los compañeros conquistaron el aumento del 61% de su salario. En los lugares de trabajo y en la universidad tenemos que seguir ese rumbo. Pongámonos de pie.

