Elon Musk y los daños de la guerra comercial a los "ensambladores" norteamericanos

El magnate se peleó públicamente con funcionarios trumpistas que promueven los aumentos de aranceles.

Musk y Trump.

La ofensiva arancelaria del presidente norteamericano, Donald Trump, tiene paradójicamente entre sus damnificados a su funcionario y magnate Elon Musk. Es que la guerra comercial no es indolora para los capitalistas yanquis, cuyos negocios son fuertemente dependientes de las cadenas globales de suministros y de sus negocios fronteras afuera. Tesla, la empresa automotriz de Musk, recibió un nuevo sacudón tras la imposición de aranceles a las importaciones en Estados Unidos: sus acciones cotizan a la mitad de su máximo de 52 semanas atrás y sus ventas cayeron fuertemente. Además, la figura de Musk empieza a concentrar un extendido repudio, cuando empiezan a aflorar las movilizaciones contra el gobierno derechista.

Musk se peleó públicamente con Peter Navarro, hombre de confianza de Trump en materia comercial y enemigo declarado de China. El dueño de Tesla y X viene de pronunciarse a favor de un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Europa que incluya aranceles cero. Una orientación que se opone por el vértice a la que viene desarrollando Trump. Salió con los tapones de punta contra Navarro, tildándolo de inútil en la red social X. Este lunes, en diálogo con la CNBC, Navarro recogió el guante y señaló que “todos en la Casa Blanca y el pueblo estadounidense entendemos que Elon es un fabricante de automóviles. Pero no es un fabricante de automóviles, es un ensamblador. Nosotros queremos que los neumáticos se fabriquen aquí (en Estados Unidos)”. Los choques continuaron escalando con el correr de los días.

Según medios como Político y ABC, Trump habría tomado la decisión de apartar a Musk del gobierno manteniéndolo como un asesor secundario. El empresario sudafricano está al frente de Doge, organismo desde el cual ha impulsado despidos de empleados públicos y un ajuste sobre áreas como Seguridad Social y Educación. Estos encontronazos muestran las disensiones que atraviesan a la clase dominante estadounidense. Es que la política arancelaria de Trump ha perjudicado a muchas compañías norteamericanas que producen y tienen negocios fuera de Estados Unidos. Por ejemplo, Tesla posee su planta más importante en China –allí genera más del 20% de sus ingresos totales–, algunos de sus motores son japoneses o chinos, varios de los componentes electrónicos que utiliza se producen en Taiwán y también usa insumos de procedencia europea. Sus ventas en Europa, donde compite con coches chinos y europeos, se han desplomado en enero y febrero un 49% (El País, 25/3).

Las acciones de Tesla perdieron casi la mitad de su valor desde mediados de diciembre (la caída equivale a unos 750.000 millones de dólares) y sus ventas se derrumbaron un 13%. Algunos inversores han dicho que el precio al que cotiza Tesla es “excesivo, propio de una burbuja, e injustificable solo con las previsiones de ventas futuras y por comparación con el precio de cotización de sus competidores”. Space X y Starlink, las otras dos compañías que están en manos de Musk, también podrían verse perjudicadas por los cimbronazos arancelarios del presidente republicano. Además de Musk, otros magnates como Larry Fink (Black Rock) y James Demon (JP Morgan) salieron a cuestionar el rumbo trumpista.

Trump provocó un descalabro económico mundial con derrumbes bursátiles y pérdidas millonarias para muchísimas empresas capitalistas. El presidente sostiene que con los aranceles hará repuntar los negocios de la industria norteamericana al aumentar el coste de los bienes extranjeros. Pero lo más probable es que solo empeore el estancamiento en el que ha ingresado la economía de Estados Unidos, alimentando sus tendencias inflacionarias y recesivas –la industria yanqui, por ejemplo, pagará más caros los suministros que utiliza para producir.

En este contexto, el gobierno de Trump fue enfrentado por movilizaciones multitudinarias protagonizadas por sectores de trabajadores en varias ciudades de Estados Unidos, y Musk es un personaje que se está ganando el odio de sectores cada vez más amplios del pueblo, como lo demostraron las protestas que hubo frente a locales comerciales y sedes de Tesla. En Londres, la capital de Reino Unido, un grupo de activistas que promueven la campaña “Todos Odian a Elon” destruyó a garrotazos un auto de Tesla. En Alemania también ha habido ataques contra autos Tesla y también protestas masivas contra el auge de la ultraderecha filonazi que es respaldada por Musk. El repudio a Musk también se expresó en las calles de Francia y Países Bajos.

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