Editorial

La derrota de la agresión sionista imperialista debe ser también una causa de los trabajadores argentinos

Fuera Netanyahu, Trump y Milei.

Por la unidad internacional de los trabajadores.

El ataque de las fuerzas norteamericanas contra tres instalaciones nucleares iraníes de Natanz, Fordo e Isfahan representa un salto en el escenario bélico internacional. Estamos en presencia de un involucramiento directo de la Casa Blanca en el conflicto. La operación militar es de enorme magnitud: se trata del lanzamiento de las bombas más poderosas existentes -de 13 toneladas- desde 125 aviones yanquis, acompañadas por misiles disparados desde submarinos.

La agresión norteamericana va más lejos que el propósito de destruir las instalaciones iraníes. Es una advertencia al planeta de hasta dónde está dispuesto a llegar el imperialismo yanqui frente a cualquier país o rival que se interponga en su camino. Guardando las distancias, el ataque militar cumple la misma función que tuvo Hiroshima y Nagasaki en los finales de la Segunda Guerra. Luego de estas bombas convencionales, el siguiente escalón en capacidad destructiva ya son las armas atómicas. El uso de armas nucleares “tácticas” ya está presente en los planes militares de Israel y es también una de las hipótesis que manejan la propia Casa Blanca y el Pentágono. Mientras se agita la amenaza nuclear iraní, lo cierto es que el peligro real y efectivo de una guerra atómica para la humanidad proviene de Israel y Estados Unidos.

El cese al fuego está lejos de poner un fin a la guerra. Netanyahu ya ha dicho que Israel atacará de nuevo a la nación persa en caso de que continúe con su programa nuclear. Estados Unidos, a su turno, se reserva el derecho a actuar en caso de que sea necesario. Trump ha señalado que la operación militar fue un “éxito” y que se destruyó el arsenal nuclear iraní; pero no está claro el daño que provocó el operativo y no faltan fuentes incluso fuera del propio Irán que relativizan estas afirmaciones.

Objetivo estratégico

No se nos puede escapar que el imperialismo yanqui y el sionismo pretenden una rendición incondicional de Irán y apuntan a un cambio del régimen político. La agresión desarrollada tanto por Netanyahu como por Trump va más allá de un manejo personal o discrecional del conflicto, obedece a razones estructurales de fondo.

Por un lado el Estado sionista, basado en el despojo y la expulsión de la población palestina, solo puede subsistir a partir de un sistema de limpieza étnica y guerra permanente contra el pueblo palestino y los pueblos árabes de la región. Por su parte, la intervención norteamericana se inscribe en una ofensiva más general del imperialismo que apunta a rediseñar Medio Oriente y el mundo a la medida de sus intereses, recuperar la iniciativa y la hegemonía que ha venido perdiendo y remontar el declive del poderío norteamericano que se registra en las últimas décadas. En este sentido, Israel y su presencia en la región ofician como una punta de lanza del imperialismo. El ataque a Irán es un nuevo eslabón de la escalada sionista-imperialista que viene precedido por la ocupación de Gaza, el asedio en Cisjordania, la invasión al Líbano y los bombardeos y ocupación del sur de Siria y que son todos un tiro por elevación contra Rusia y China.

La guerra de Ucrania, así como la curva ascendente en las tensiones en el Pacifico, se interconectan con la guerra de Medio Oriente. No asistimos a una sumatoria de conflictos aislados y regionales, sino que tienen un hilo conductor y dan cuenta de las tendencias que existen a una guerra mundial. Aunque no se puede hablar de una configuración definitiva de bloques políticos y militares rivales, la cual está llamada a atravesar por crisis y realineamientos, esta tendencia se está afirmando. La crisis capitalista mundial hace su trabajo implacable de topo y abre paso a una guerra comercial y financiera, una intensificación de los choques entre los Estados y disputas interimperialistas, y el uso de la fuerza para dirimir estos conflictos.

El carácter opresivo, oscurantista, antiobrero, abiertamente hostil al derecho de las mujeres y diversidades de la teocracia iraní no puede ser un pretexto para hacer causa común con el sionismo y el imperialismo. La liberación de la opresión del pueblo de Irán, así como los demás pueblos de la región y del mundo, no va a venir jamás de la mano del imperialismo ni del régimen sionista. Es una hipocresía que se pretenda presentar como exponentes de la “civilización” occidental contra la “barbarie” musulmana, cuando Estados Unidos ha venido sosteniendo a los regímenes más sanguinarios y retrógrados en todo el mundo; y no ha tenido ningún reparo en abrazarse con las monarquías árabes, como la de Arabia Saudita -más oscurantista y represiva que la propia Irán-, donde una activista de los derechos de la mujer viene de ser condenada a 45 años de prisión por su prédica en las redes sociales. Recordemos el asesinato del columnista del Washington Post Jamal Khashoggi por sus denuncias contra la corte saudita y en especial contra el príncipe heredero Mohammed ben Salman.

En Estados Unidos, a su turno, se desenvuelve una cruzada conservadora contra los derechos y conquistas de las mujeres, como el aborto legal. Y ni hablar de Israel, donde los habitantes que no son de origen judío son habitantes de segunda y son discriminados hasta el punto tal que no tienen derecho ni siquiera al uso de los refugios contra los bombardeos a los que tiene acceso la población judía. La barbarie la encarnan el sionismo y el imperialismo, que son los responsables del genocidio de Gaza y del pueblo palestino.

El Partido Obrero ha apoyado y apoya fervientemente las huelgas y protestas de Irán. Hemos marchado a la embajada de Irán en Argentina en solidaridad con las mujeres que venían siendo perseguidas por el régimen iraní. El ajuste de cuentas contra el régimen iraní lo debe hacer el pueblo explotado iraní, para abrir paso a una salida política de los trabajadores.

Europa, Rusia y China

El ataque a Irán contó con el apoyo y complicidad de las potencias de la Unión Europea y de la Otan, empezando por sus naciones líderes, que se declararon en contra de una guerra pero metieron violín en bolsa y han apoyado los ataques una vez que se han consumado. Los anuncios sobre una interrupción de acuerdos comerciales con Israel, como planteaba Gran Bretaña, fueron archivados. El canciller de Alemania Merz declaró que “Israel está haciendo el trabajo sucio de Occidente”. Esta conducta es sumamente instructiva sobre el papel de los gobiernos y partidos democráticos, del imperialismo democrático, que pretende presentarse como una alternativa a la derecha. Es necesario no perder de vista que fue la gestión demócrata de Biden la que impulsó la guerra de Ucrania, el apoyo a militar a Israel y avaló el genocidio.

China y Rusia condenaron los bombardeos, pero ninguno ofrece un apoyo militar concreto a la nación persa, lo que desnuda la realidad que enfrenta la teocracia iraní cada vez más aislada y sometida a un creciente deterioro, división interna y descrédito frente a su población. Lo que prima en ambos países es la “cautela”, y se han limitado a pedir el alto al fuego como Trump ya había anticipado. El revés sufrido en Siria y la guerra de desgaste en Ucrania condicionan el accionar de Rusia. Pekín quiere evitar que la situación escale y se desmadre provocando una desestabilización en la región que pueda perturbar sus negocios y movimiento comercial, en particular el abastecimiento de petróleo. No olvidemos que China fue un jugador principal en la aproximación y distensión entre Arabia Saudita e Irán. El gigante asiático es reacio a bloquear el estrecho de Ormuz, una de las alternativas que el régimen iraní barajó como respuesta al ataque sionista.

Por la derrota del imperialismo y el sionismo, redoblar la movilización en Argentina

Miles de kilómetros nos separan de Medio Oriente. Pero lo que ocurre allí tienen un impacto e incidencia para la lucha que los trabajadores libran en el mundo y también la que libramos en Argentina.

Una derrota del imperialismo y el sionismo es un golpe a los planes de ajuste, hambre y represión que están llevando adelante los gobiernos capitalistas en todo el mundo. Es un golpe a la ofensiva del capital que condena a los pueblos a privaciones y penurias sin precedentes, y que pretende descargar el peso de la crisis sobre sus hombros. Es un golpe al armamentismo y al guerrerismo que utilizan a los pueblos como carne de cañón de sus apetitos y disputas de rapiña.

En ese sentido, es un golpe también contra los planes de del gobierno libertario y del FMI en Argentina. Milei saludó entusiastamente los bombardeos y dijo que era un “día histórico para Occidente”.

Un revés del imperialismo y el sionismo refuerza las condiciones de lucha a escala global y también en Argentina para enfrentar al liberfacho en momentos en que está empeñado en un reforzamiento del aparato opresivo y de las facultades de la policía y en nuevos ataques contra los trabajadores (como la nueva reforma laboral y previsional).

La oposición en Argentina es cómplice del genocidio y hace causa común con Milei en ese punto, lo cual pinta por sí solo su política y su orientación. Esto es extensivo al peronismo de Cristina, Massa, Kicillof y compañía, que se han llamado a silencio frente al ataque a Irán, lo cual constituye una seria adaptación a la política genocida del imperialismo y sionismo.

Llamamos a redoblar la movilización en el país. El pasado domingo 15 de junio se realizó una de las mayores marchas contra la agresión sionista. Esto empalma con una onda ascendente de la movilización a nivel mundial. La causa palestina se hado transformando en un emblema de la lucha contra la opresión en todo el mundo, que es enarbolada en forma creciente por trabajadores y jóvenes, y viene siendo recogida por el movimiento obrero. La huelga nacional de Italia que acaba de tener lugar el viernes 20 de junio convocada por centrales de base alternativas estaba presidida junto con los reivindicaciones a favor del salario y condiciones de trabajo, por el rechazo al rearme europeo y a la guerra imperialista, la denuncia del genocidio que está perpetrando Israel y la solidaridad con el pueblo palestino.

La impugnación de la guerra imperialista es inseparable de la lucha contra los gobiernos responsables de promoverla. La consigna “Fuera Milei” que enarbola el Partido Obrero se inscribe en esta estrategia y perspectiva. Acabar con el gobierno liberfacho mediante la acción directa y la huelga general y abrir paso a una salida de los trabajadores es el principal desafío y contribución de los trabajadores argentinos para ponerle fin a la barbarie que representa el orden social capitalista vigente. Pugnamos por unificar y darle una expresión política común a las luchas que se están desarrollando como la del Garrahan, Morvillo, la de los metalúrgicos de Tierra del Fuego, los paros docentes en varias provincias, de los docentes universitarios, del Sutna por el salario, la aguerrida lucha de los jubilados, la abnegada y perseverante lucha del movimiento piquetero que no abandona las calles, del Conicet, los colectivos de Discapacidad, Inta, Georgalos y todas las luchas obreras.

Es necesario oponerle a la lucha fratricida la unidad internacional de los trabajadores y transformar la guerra imperialista en una guerra contra el capital. Este es el valor de la conferencia internacional que se acaba de celebrar en Nápoles los días 13, 14 y 15 de junio, en la que el Partido Obrero sesionó en común con otras organizaciones del mundo, y que ha sentado las bases de una acción política internacionalista.

Frente a la tentativa de arrastrar a las pueblos a una carnicería cobra una renovada vigencia y actualidad la consigna que corona el Manifiesto Comunista: “Proletarios del todo el mundo, uníos”.

La Conferencia de Nápoles sienta bases para una acción internacionalista ante el avance hacia la guerra mundial
Sesionó del 13 al 15 de junio en la ciudad italiana con la presencia de delegaciones varios países. -
prensaobrera.com
Charla internacionalista: los trabajadores frente a la guerra imperialista
Conclusiones de la conferencia de Nápoles. Sábado 28, 16:30hs. Con Vanina Biasi, Pablo Heller y Guillermo Kane. -
prensaobrera.com