El gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta acaba de avanzar en una suba del 40% en la tarifa del subte, con la que el precio del boleto pasó de 30 a 42 pesos. Estamos ante una política de beneficio al capital privado y de ataque a los trabajadores, que está en sintonía con el plan fondomonetarista del gobierno nacional.

Entre octubre de 2020 y agosto de este año, el pasaje del subte aumentó un 159%. El tarifazo se suma a la batería de medidas antiobreras que viene desarrollando el alcalde porteño en CABA, como la suba de la tasa de ABL, la aplicación de impuestazos a las compras que los trabajadores realizan con tarjetas de crédito, el ataque en regla a la educación pública, o el cierre de paritarias a la baja para los docentes, municipales o enfermeros.

Detrás del boletazo se esconde una política de reducción de subsidios, en este caso a las empresas, para destinar ese dinero a las arcas del capital internacional. Esa quita de subsidios es compensada con un aumento de tarifas. Emova (ex Metrovías), del empresario nacional Benito Roggio, es la compañía que se beneficia con este embate al bolsillo popular.

La vieja Metrovías estuvo viéndose favorecida por los subsidios durante 20 años, y para colmo se le renovó la concesión del subte por 12 años más. Roggio es un reconocido coimero. Él mismo ha confesado que su empresa retornaba, bajo la forma de coimas, una parte de las erogaciones estatales a los gobiernos kirchneristas. Lo de Roggio es una expresión más del carácter parasitario de la burguesía nacional.

La entrega sistemática de subsidios no tuvo su traducción en una mejora del servicio. En el subte de la Ciudad prima la desinversión; la flota sigue teniendo asbesto (mineral cancerígeno) y se encuentra en un proceso de deterioro, hay escaleras eléctricas que ni siquiera funcionan, las instalaciones se derrumban y no existe un plan de creación de nuevas líneas.

Como viene ocurriendo con el resto de las privatizadas, los subsidios otorgados por los distintos gobiernos capitalistas solo han servido para acrecentar las ganancias de las empresas. Esto con el dinero de los contribuyentes, que en su mayoría son trabajadores.

Larreta reproduce en CABA la política de tarifazos, impuestazos y de recortes que el Frente de Todos desenvuelve a nivel nacional. Como se ve, la grieta solo existe cuando lo que está en juego son cargos estatales o procesos judiciales por corrupción. En cambio, se desvanece a la hora de ajustar a la población trabajadora.

Este boletazo, asimismo, acicatea las tendencias al aumento de la inflación, la cual ha cerrado el mes de agosto en un 7%. Es muy probable que septiembre siga la misma deriva, ya que comenzó con un “aumento en las tarifas de expensas, alquileres, colegios privados y transporte, entre otros” (Infobae, 23/9).

Rechazamos este aumento, que sigue alimentando un negocio parasitario. El subte debe estar en manos de sus trabajadores, no de los Roggio. Solo de esa forma se puede terminar con el vaciamiento del subte.