Claudio Lozano, líder de Unidad Popular, se lanzó como precandidato a presidente por el Frente de Todos. Al igual que Juan Grabois, del MTE, el exdirector del Banco Nación busca evitar una fuga de votos hacia la izquierda y proteger así a una fuerza política en crisis y completamente desprestigiada ante los trabajadores.

“Frente a la decisión de Alberto Fernández de no participar de las PASO y la centralidad que cobra la presencia de Sergio Massa, Unidad Popular ratifica una vez más que no vamos a aceptar como conducción del Frente de Todos una orientación conservadora y subordinada a los intereses de los Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional y los principales grupos empresarios de la Argentina”, señala un comunicado del espacio de Lozano.

Claudio Lozano “se dio cuenta” muy tarde de la orientación que el Frente de Todos defendió desde su conformación. Finalmente, Cristina Kirchner designó a dedo a Alberto Fernández como candidato para rescatar la deuda externa y negociar con el FMI. El centroizquierda se adaptó conscientemente a esta política.

El líder de Unidad Popular, sin embargo, no pretende romper con el gobierno ajustador. Además, cualquier intento de “evitar una conducción conservadora” sería en vano. Es obvio que Lozano obtendría muchísimos menos votos que una eventual candidatura del ministro Sergio Massa, o de Daniel Scioli. Por otro lado, en última instancia, los votos que reciba la candidatura de Lozano irán a parar al candidato del Frente de Todos que más votos saque (los “subordinados a Estados Unidos”).

Más allá de todo esto, Unidad Popular no representa un rumbo antiimperialista. Se trata de un espacio político que está a favor de cumplir con las exigencias del FMI y con el pago de la deuda externa, solo que “en otros términos” –aunque siempre ajustando a los trabajadores. Un planteo entreguista y antiobrero similar al que utiliza el kirchnerismo para hacer demagogia. De hecho, la gestión de Lozano al frente del Banco Nación estuvo en sintonía con la orientación fondomonetarista del gobierno nacional.

La coalición gobernante está sufriendo una dura crisis interna, que se agrava al compás de la bancarrota económica. La renuncia del presidente Alberto Fernández a su candidatura presidencial fue el último episodio de esto. El peronismo y el kirchnerismo se encuentran en un profundo impasse, sus líderes saben que no solo perderán votos frente al ultraderechista Milei, sino también frente a la izquierda. En este marco, Lozano apunta a contener esa fuga hacia la izquierda.

Unidad Popular está desarrollando una política reaccionaria. Busca entrampar a los trabajadores detrás de un apoyo al nacionalismo burgués, para que no se organicen de manera independiente. Burócratas sindicales como Hugo “Cachorro” Godoy (Secretario General de la CTA Autónoma) y Oscar “Colo” de Isasi (Secretario General de ATE Buenos Aires) integran las filas de Unidad Popular. Con este aparato, la centroizquierda argentina también funge como contenedora de la clase obrera.

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El comunicado de la Unidad Popular sostiene que con la candidatura de Lozano, “el Frente de Todos será una alternativa popular frente al ajuste neoliberal y el fascismo libertoide o no será nada”. Dejando de lado que el FDT nunca podría ser una alternativa a sí mismo, el centroizquierdista Lozano oculta que es el propio gobierno (en particular el ala K) el que le da manija a Milei.

Un exfuncionario del gobernador bonaerense Axel Kicillof le otorgó la personería electoral de un partido político al espacio del autodenominado libertario, para que pueda competir en los comicios de la provincia de Buenos Aires. Kicillof especula con que La Libertad Avanza le quite votos a Juntos por el Cambio. De esta forma, el kirchnerismo tendría más probabilidades de retener la provincia. Habrá que ver qué pasa.

Solo la movilización independiente de los trabajadores puede derrotar al gobierno ajustador del Frente de Todos y al imperialismo.

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