Políticas

6/4/2022

Editorial

Conclusiones políticas del piquetazo

Imágen Prensa Obrera

Las luchas que se libran en serio tienen entre sus principales virtudes aportar a la clarificación política, barriendo a la demagogia que caracteriza a los partidos y políticos del régimen. Fue lo que sucedió con el piquetazo convocado por la Unidad Piquetera la semana pasada, que tuvo su centro en el acampe de la 9 de Julio pero que se replicó con acciones masivas en las 24 provincias del país. Las decenas de miles de personas que se movilizaron reclamando trabajo genuino, la apertura y universalización de los planes sociales, con el aumento de su monto, y el incremento de la asistencia a los comedores populares, colocó en el centro de la escena la cuestión del pan y del trabajo en una Argentina azotada por la carestía, la pobreza y la indigencia.

No es casual, entonces, el odio de clase que tanto el gobierno como la oposición de derecha sacaron a relucir contra las familias que se movilizaron. El ministro de Desarrollo Social, Zabaleta, fue quien tomó la delantera equiparando a la manifestación a una “extorsión contra los argentinos”. Rodríguez Larreta redobló la apuesta pidiendo que se quiten los planes sociales a quienes concurran a una manifestación, asumiendo una posición explícita de sanción a la protesta social. Larreta llegó al extremo de acusar a las madres que van con sus hijos a una movilización de usarlos de “escudos”, pasando por alto que en CABA faltan más de 50.000 vacantes que se concentran en el ciclo inicial de la zona sur de la Ciudad. Para que los “chicos vayan al colegio”, como pidió demagógicamente, él debe construir primero los colegios.

A la caza de brujas se sumó gustosa Patricia Bullrich, con exigencias del mismo tipo, y el inefable Milei, que directamente pidió sacarle los planes a las organizaciones populares independientes y dárselos a los intendentes del peronismo bonaerense. Tanto batir el parche contra la “casta política” pero alcanzó una movilización de los sectores más empobrecidos para que Milei se abrace a la peor casta del país, la de los barones del conurbano que gobiernan mediante el clintelismo, la patota y sus vínculos con el delito organizado.

En medio de esta jauría reaccionaria contra los piquetes, el kirchnerismo no abrió la boca para defender a quienes ganaron la calle para exigir reivindicaciones vitales. Quieren limitar su pelea faccional con Alberto Fernández a chicanas mediáticas o zancadillas palaciegas, pero sin apelar jamás a la movilización popular. Tienen plena conciencia que un crecimiento del descontento popular los pondrá a ellos también en el banquillo de los acusados.

Después de todo, el kirchnerismo maneja resortes fundamentales del aparato del Estado, y desde allí aplica la misma política que el ala albertista del gobierno. Esto sucede incluso dentro del mismo Ministerio de Desarrollo Social donde áreas enteras, como la que administra la asistencia alimentaria, está bajo el control del kirchnerismo. Otro ejemplo es la Anses, donde la camporista Fernanda Raverta acaba de anunciar un bono miserable de $ 6.000 por única vez que excluye a los jubilados con haberes superiores a los $39.000. En este cuadro no debiera sorprender que Berni, ministro de Seguridad de Axel Kicillof, haya realizado su propio tour mediático para decir: “estoy de acuerdo con Larreta y Bullrich”.

Un régimen de hambre y miseria

El salto en la campaña contra el movimiento piquetero es directamente proporcional a la impotencia que demuestran todos los bloques políticos para ofrecer una salida a la crisis nacional. Todos los epítetos y amenazas vertidas estos días deberán ser archivadas cuando en los próximos días se conozca la inflación del mes de marzo. Las consultoras privadas coinciden en que inflación se ubicará por encima del 5% en el promedio general, y cerca del 10% para los alimentos.

Para justificarse invocarán que se trata de un fenómeno “multicausal”, ignorando que esas causas están determinadas por la política oficial: la fuga de capitales, el vaciamiento financiero del país, la quiebra fiscal por el saqueo capitalista del Estado, el pago de la deuda usuraria. A estas “multicausas” se le agrega ahora el pacto con el FMI, que compromete al gobierno a ejecutar tarifazos, impuestazos y acelerar el ritmo de la devaluación. Esgrimen también como justificativo los efectos de la guerra en Ucrania y el inflación mundial, cuando el desquicio de los precios viene de antes.

La inflación que desvaloriza los magros ingresos de la población trae beneficios extraordinarios a los especuladores de afuera y de adentro. Emulando al Toto Caputo, el agente directo de los fondos de inversión en el gobierno de Macri, ahora Guzmán armó un negocio fabuloso a los especuladores con un carry trade que ofrece un beneficio limpio de 5% en dólares por mes. Solo este negociado escandaloso explica la caída transitoria del dólar blue en estos días. Como ya lo vimos en el pasado, bastará con un pequeño cambio de clima para que se dé vuelta la tortilla y los fondos salgan en estampida, con sus beneficios bajo el brazo, provocando una devaluación aun mayor. Sabiendo esto los acreedores del Estado exigen deuda atada a la inflación, una indexación que se le niega a los trabajadores, a los jubilados y a quienes tienen un plan social.

Más bien se suceden frenéticas reuniones de la CGT, la UIA y el gobierno para discutir cómo contener los reclamos salariales de cara a las paritarias. El “adelantamiento” de las negociaciones apenas puede disimular que buscan apurarse a imponer techos ahora, antes de que se confirmen en los hechos las proyecciones que hoy estiman un 60% de inflación anual. Las burocracias sindicales se juntan con funcionarios y empresarios completamente de espaldas no solo a las bases de sus gremios, sino también a la imponente lucha piquetera y de sectores obreros como los choferes autoconvocados de la UTA.

La crisis que estalló en Perú coloca las barbas en remojo de peronistas, kirchneristas y macristas. Más allá de la explotación política realizada por la derecha, la crisis se desató por una situación muy similar a la que vive la Argentina. El aumento de los combustibles y de los alimentos coloca a las masas trabajadoras en una situación desesperante. La respuesta represiva del gobierno de Castillo fracasó en solo horas. Se abre ahora una etapa de maniobras, choques y delimitaciones que los trabajadores deberán atravesar para darse una dirección política acorde a sus intereses.

Profundizar el plan de lucha

Los sucesos de Perú ponen en valor la importancia del plan de lucha de la Unidad Piquetera. La lucha independiente de un sector masivo de la población de menores recursos se transforma en un obstáculo para la manipulación política de la derecha. Por eso el odio que destilan los Larreta, Bullrich y Milei. Son los mismos que condenan los piquetes cuando lo hacen los trabajadores, pero rápidamente les prestan el apoyo si quienes los realizan son sectores capitalistas, como sucede ahora con los transportistas del sur cordobés.

La crisis social que inevitablemente se agravará como resultado de la política capitalista plantea dos tareas: profundizar las medidas de acción, envolviendo cada vez más a franjas crecientes de los trabajadores, y desenvolver una salida política propia por medio de la agitación y la propaganda. Para ello planteamos apoyar las próximas medidas convocadas por la Unidad Piquetera, y al mismo tiempo preparar un gran acto del 1 de Mayo del Frente de Izquierda y las luchas. La necesidad de un frente único de acción va de la mano del desarrollo de una alternativa política de los trabajadores ante el fracaso de todas las fuerzas políticas que nos han gobernado en las últimas décadas.

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