Políticas

1/11/2020

La carta de Cristina, el presupuesto, el desalojo de Guernica: otra semana al servicio del FMI

Editor de Prensa Obrera

Esta semana estuvo dominada por dos hechos que  algunos pueden parecerles desconectados, en orden cronológico: la carta de Cristina Fernández de Kirchner, en el décimo aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner, y el brutal desalojo de las 1.400 familias que ocupaban desde hacía más de 100 días un predio en Guernica, que conmovió fuertemente a todo el país. Sin embargo, la relación entre ambos es mayor de lo que a simple vista pareciera.

Cristina dio a publicidad un escrito que todavía sigue dando lugar a variadas interpretaciones. Sin entrar en ellas, algo está claro en el mismo: el llamado a un gran acuerdo nacional con Magnetto incluido. El objetivo es encarar todos juntos una salida a una situación, que según la actual vicepresidenta es un problema “estructural” de la Argentina: el carácter bimonetario de la economía argentina. Para que no queden dudas de que el propósito es un acuerdo, Cristina eximió a todos los gobiernos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el actual de responsabilidad alguna en la depredación “estructural” de la moneda argentina. Y de paso decretó una suerte de amnistía a quienes están especulando contra el peso en la búsqueda del negocio de la devaluación, como por ejemplo los sojeros que no liquidan la cosecha.

El “espíritu” de la carta de Cristina lo interpretó un activo y confeso militante antikirchnerista: el editorialista de La Nación Joaquín Morales Solá, quien al día siguiente encabezó su columna con un título sin eufemismos, “El riesgo del enfrentamiento social”, donde recomienda a la oposición que si la propuesta de Cristina de un diálogo prospera debiera aceptarla. Morales Solá sostiene que la situación no da para más.

En el editorial de esta semana en Prensa Obrera, nuestro compañero Pablo Heller explica que la presión devaluatoria es cada vez más fuerte y el “gobierno, por más que promete evitarla, hace aguas por todos lados” por lo cual considera que este es un “gobierno devaluado”. El proceso de desorganización económica crece exponencialmente con la actividad productiva paralizada e indicios de desabastecimiento como resultado de la especulación; el gobierno simplemente está postergando un desenlace que se va llevar puesto a una parte de su gabinete como mínimo.

Cristina, Morales Solá e incluso Carrió (que está agrupando al ala “dialoguista” del macrismo atrás del apoyo al candidato oficial para la procuraduría general) actúan “por encargo”, el del FMI que exige un disciplinamiento de los partidos del régimen para defender un programa de ajuste y ataque a los trabajadores y al conjunto del pueblo. El jueves a la madrugada mientras comenzaba la represión en Guernica la Cámara de Diputados le daba media sanción al presupuesto 2021, que a pesar de ser un dibujo deja en claro la orientación ajustadora exigida por el FMI. El presupuesto se aprobó con los votos del oficialismo e incluso de un grupito de diputados del Pro, el resto de Cambiemos optó por una cómplice abstención. El Frente de Izquierda denunció el objetivo de ese mamarracho y votó en contra.

Es claro que la situación política está dominada por los acuerdos que buscan el gobierno y la oposición con el FMI; son la cabeza de un régimen político colocado al servicio de un mayor dominación del gran capital y los fondos buitre. En el marco de la crisis capitalista, de alcances históricos y globales, esto solo puede significar hambre y saqueo para los trabajadores.

Lo de Guernica es parte indisoluble de esta orientación. El desalojo se produjo sin otorgar a una sola de las familias un pedazo de tierra, utilizando una represión digna de épocas de guerra (con golpes, torturas y hasta detención de menores), incendiando las pocas pertenencias de miles de desposeídos. Con Guernica, el gobierno de Alberto-Cristina-Axel y Berni le han hecho una ofrenda al FMI y a la clase capitalista preocupada por la defensa de la propiedad privada, propiedad que ha surgido de la ocupación del territorio nacional mediante la represión y el saqueo.

La respuesta al desalojo y la represión en Guernica ha sido de una magnitud extraordinaria que puso de manifiesto las enormes reservas de lucha que recorren a los explotados. Fue una respuesta monolítica, contundente, que abrió, ahora sí, una verdadera grieta que se podría sintetizar de la siguiente forma: o estás con los desalojados de Guernica o estás con el gobierno que los reprimió y la oposición derechista que venía pidiendo las topadoras, las balas de goma, los gases lacrimógenos (y hasta Falcon verdes) para defender la sacrosanta propiedad privada… de los capitalistas, porque la de los trabajadores es usurpada sistemáticamente.

Por eso no asombra, salvo a quienes quieran no verlo, el uso de la represión por un gobierno kirchnerista, y menos el de Kicillof que lleva varias represiones a tomas de tierras (y protestas obreras) en lo que va de su escaso mandato, pero es evidente que ha provocado un fuerte cimbronazo en un ala de sus seguidores que creían ver en el Frente de Todos la oportunidad de sacarse de encima al macrismo y vieron una versión más pérfida de él.

Se abre paso, entonces, la conclusión de que es necesario acabar con el régimen de quienes nos vienen gobernando desde hace décadas; un régimen de hambre, penurias, saqueo y represión; un régimen que se arrodilla frente al FMI, la expresión concentrada del capital financiero imperialista. A la unidad nacional de los desalojadores le oponemos la organización de los desalojados por una salida de los trabajadores, por una alternativa obrera y socialista.

Con esas consignas el próximo sábado 14 de noviembre a las 15h levantaremos una tribuna en la Plaza de Mayo y en las principales plazas del país. Los esperamos.

Buen domingo.