A más de dos semanas del temporal que azotó la ciudad de La Plata, el intendente Garro (PRO) y su equipo se han revelado tan cómplices del ajuste y los negociados con las empresas de servicios públicos como incompetentes.

 

A la hora de restituir las condiciones de higiene urbana, en una lógica caracterizada por la absoluta improvisación y los abusos para con el personal de cooperativas (trabajadores municipales precarizados) a los que se les asigna esta tarea, la prioridad del municipio estuvo focalizada en lugares como el Grand Bell (el country privado donde vive Garro) y las casas de los funcionarios, mientras que la enorme cantidad de basura y ramas recolectadas no tuvo su destino lógico en vertederos autorizados como el Ceamse de Ensenada sino a terrenos fiscales y espacios públicos. Sucede que, en continuidad con la política del anterior intendente, Pablo Bruera (PJ-FPV), la descarga de residuos urbanos se reparte entre diferentes canteras y terrenos privados o semi privatizados al aire libre, sujetos a todo tipo de arreglos económicos. En el contexto de crisis que se planteó, el municipio optó por no alterar estos compromisos y las ingentes cantidades de desechos no fueron a parar a basurales sino a terrenos públicos.  

 

El caso más paradigmático y vergonzoso es el de Gonnet. En el predio donde se encuentra la delegación, hay también una plaza pública y una escuela secundaria, la Media 12); en esa plaza fueron arrojados cerca de 60 camiones de basura y ramas (aproximadamente 300 toneladas) y como dijo un obrero municipal a Prensa Obrera, "nos hacen sacar la mugre de sus casas, para traer las ratas a la escuela de mis hijos". En otros lugares, como Arturo Seguí, el Estadio Único y la rambla de 131 y 66 ocurrieron atropellos similares.

 

El camino para acabar con estos basurales es asamblea y movilización hasta su definitiva erradicación.