Políticas
19/11/2020
Editorial
Por un paro nacional y plan de lucha
El ajuste fondomonetarista en marcha en el centro del debate nacional.
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Willy Monea, Ojo Obrero Fotografía.
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Una parte del variopinto paisaje peronista se movilizó “el día de la militancia” para apoyar al gobierno con la excusa del “aporte solidario” de las grandes fortunas, cuando al mismo tiempo se aplica un soberbio ajuste contra las masas y se prepara uno peor, el que marca el Presupuesto 2021 y el que se negocia con el FMI.
La elección del día, por parte del estratega de la movida, Máximo Kirchner, tiene un aspecto siniestro, porque festeja la vuelta de Perón en 1972, protegido de la lluvia por el paraguas de Rucci, que antecedería todo un período político: la masacre de Ezeiza en junio de 1973, el gobierno de las Tres A y el nefasto pacto social que terminaría en el Rodrigazo, desatando la huelga general de 1975.
El detalle no puede haber sido ignorado por La Cámpora (el presidente depuesto de la época), por la Ctep, por Yasky, por los ongaristas de la Corriente Federal o por la CTA de Godoy y Lozano, el “tout” de la progresía kirchneriana. Tampoco por Moyano, pero claro, su historia lo ubica cómodo en ese andarivel. Lo mismo que a la CCC (PCR), que apoyó al gobierno de Isabel Perón. La movilización, importante, fue modesta de acuerdo a los aparatos involucrados, lejos de todo fervor popular. Claro, el marco fue el de la misión del Fondo instalada en el Ministerio de Economía monitoreando ahora mismo los golpes contra los trabajadores, cuando los ecos de la barbarie policial en Guernica no se han apagado todavía.
Salvando las distancias, desde luego, un indudable contraste con el fervor del acto del Partido Obrero en la Plaza de Mayo el 14, transformado en un dato de la situación política, concretando la mayor movilización de su historia, con las consignas contrarias: abajo el pacto con el FMI, abajo los que nos gobernaron las últimas décadas, por una salida de los trabajadores, por un paro nacional y un plan de lucha. Si de tendencias hablamos, conviene apuntar la enorme presencia de los barrios más postergados en ese acto. Por otro lado, como diría Suárez Lastra “los trotskos ponen a parir a La Cámpora en cada sesión”.
El panorama político de estas horas está dominado por esa lucha política, por este esfuerzo extremo del peronismo para disimular ante su base el rumbo adoptado. La carta de los senadores, con todo tipo de críticas al FMI por su crédito a Macri, salió a cumplir el mismo papel que el demorado y licuado aporte solidario a las grandes fortunas. Le dieron letra a Pagni para salir a hablar de “carta suicida”, mientras se cumple a pie juntillas el rumbo de las “certezas” de Cristina, la unidad nacional hasta con los Magnetto para respaldar el pacto que negocia el muchacho de la Universidad de Columbia, que ella respalda a morir en el Ministerio de Economía.
Ni con la fórmula de la Coca Cola
Con todo, la negociación con el FMI está lejos de ser un lecho de rosas. Tres puntos son críticos: el compromiso del ajuste en las provincias cuyo déficit fiscal y endeudamiento a la postre forma parte del endeudamiento nacional, porque deben ser asistidas; la inflación que el Banco Central estima en 52,1% a un año, vista mientras el presupuesto se basa en un 29% y la fatídica brecha cambiaria.
Bien mirados, estos tres aspectos involucran el conjunto de la crisis. Para evitar seguir emitiendo en el vacío están emitiendo deuda a tasas siderales en pesos y en dólares. La suscripción del último bono por u$s750 millones pagó una tasa del 17%, porque el valor de los bonos del canje en el mercado ha caído al suelo. Es una tasa de país en default, cuando se acaba de hacer el canje y se negocia el acuerdo con el FMI para salir del default. Es decir que a la quiebra del ciclo de endeudamiento de Macri estamos respondiendo con otro ciclo de endeudamiento de sombrías perspectivas, en el marco de la crisis capitalista mundial signada por la depresión económica, las crisis de deuda y la fuga de capitales de las naciones periféricas, especialmente las muy endeudadas. No hace falta que expliquemos que las altas tasas de interés tienen un efecto recesivo, cuando se busca salir del parate económico y de una desocupación que trepó al 29%.
La dureza de la negociación con el FMI ha sido elegida, en cierto modo, por el propio ministro Guzmán, cuando decidió pedir un crédito de facilidades extendidas para afrontar los vencimientos con el Fondo de 2021 y de inmediato el vencimiento con el Club de París. Este tipo de créditos implican el compromiso de las famosas “reformas estructurales” y la aplicación del artículo IV, o sea el monitoreo semicolonial de la política económica. Esas reformas son la previsional, la laboral y la impositiva, por mucho que cacareen los senadores que tendrán que votar el acuerdo, porque el Fondo exige, además, que el día que se firme pase por el Congreso, para tener garantías de las alas internas del oficialismo y de la oposición patronal. No olvidemos que el FMI, creado en los acuerdos de Bretton Woods, después de la Segunda Guerra Mundial, opera como prestamista de última instancia para salvar el sistema capitalista y en particular a su podrido sistema financiero. Por lo tanto, sus esbirros vienen no solo a buscar garantizar los pagos de sus cuotas sino también de toda la deuda que está por el suelo.
Y ahí viene el debate de los debates del momento. Cómo superar la brecha cambiaria. Dicho de otra manera, cuándo será la devaluación, si antes o después del pacto con el FMI. Mientras escribimos estas líneas el liberado mercado de Contado con Liquidación del dólar o dólar financiero escala por arriba de los $150. Esta claro que el plan del gobierno es devaluar progresivamente, al ritmo de la inflación, pero eso no resuelve la brecha, por el sencillo motivo de que no hay dólares en el Banco Central a pesar de haber superávit comercial. Esto ocurre porque las reservas bajan y están probablemente bajo cero, según un número creciente de opiniones y según las cuales se están usando dólares de los ahorristas para atender el movimiento de salida de las reservas. Por lo pronto, los depósitos en dólares han caído u$s3.000 millones en los últimos meses.
Hay denuncias de contrabando, de obscenas subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, y la fuga de capitales continúa por sus fueros. En ese cuadro, no se puede decir siquiera que hay un empuje circunstancial de los capitalistas hacia la devaluación, sino algo peor, que todas las variables económicas conducen hacia ella, más tarde o más temprano. El índice de inflación enorme de octubre (3,8%) podría ser superado en noviembre y la liberación de tarifas, de combustibles, como la eliminación de los precios máximos apuntan en esa dirección. Todo lo cual constituye un ajuste contra los ingresos de la población trabajadora y mete presión a los desequilibrios y la desorganización económica.
De este cuadro, le afloró de los labios a la camporista Raverta la expresión “a la movilidad de los jubilados no la salva ni la fórmula de la Coca Cola”. Es cierto que cada gobierno capitalista que subió, digamos, desde Menem hasta acá, demolió los ingresos de los jubilados (antes también la dictadura y Alfonsín). Por los decretos del kirchnerismo que llevaron a los fallos Badaro y Ellif, por la movilidad de Cristina, luego por la de Macri, en 2020 por los decretos de Alberto Fernández y ahora mediante la movilidad propuesta que es un fenomenal ajuste contra el poder adquisitivo de las jubilaciones. Al punto que ha salido a denunciarla hasta Claudio Lozano, claro que sin renunciar a su lugar en el Directorio del Nación por los $600 mil de sueldo y haciendo la propuesta naif de que “estamos a tiempo de mejorarla”.
Pero el problema es que al gobierno, a su política y la de la clase capitalista, no las arregla ni la fórmula de la gaseosa.
Paro nacional y plan de lucha
La defensa de la movilidad debe estar en el centro de toda política clasista en los próximos días. Claro que no es la única reivindicación, porque las paritarias al 17% en todo el año como las estatales y las del resto de los gremios que, con honrosas excepciones como el Sutna, han hundido el salario, es un motivo de lucha inmediata. Se impone un bono de emergencia de fin de año equivalente a un medio aguinaldo para todos, ocupados, jubilados y desocupados. En este último caso de al menos $15.000. Ni hablar de los despidos y las reformas laborales sector por sector, como la que enfrentan aguerridamente los obreros de Gri Calviño, sometidos a rebaja de salarios y alteración de convenio por una multinacional mientras la UOM mira para otro lado.
Que este es el cuadro y que esto abrió una deliberación en las filas del movimiento obrero lo refleja distorsionadamente la solicitada de la CGT que hasta critica la fórmula jubilatoria y se queja por la eliminación del IFE y la ATP, dos víctimas del ajuste. Se cuenta que en el Consejo Directivo que la resolvió, Andrés Rodríguez fue aplaudido cuando refiriéndose a la paritaria del 7% (último tramo estatal) dijo “tenemos que rechazar esto y si hace falta ir a una medida de fuerza” (Clarín). Solo que en su gremio no movió un dedo y firmó el ruinoso 7%. Lo que demuestra que la CGT opera con objetivos puntuales: hacen de tropa de la UIA que salió a quejarse por la liquidación de la ATP. La respuesta ha sido reponer los Repros, esta vez por $9.000 por asalariado de aquellas empresas que presenten números negativos. Con esto y algún arreglo de los dineros de las obras sociales es posible que los “muchachos” se conformen hasta marzo y “vemos”.
Pero en los barrios y entre los trabajadores las urgencias son otras. Los municipales están en pie de lucha desde Córdoba hasta Las Heras en Santa Cruz, pasando por decenas de municipios. Sus salarios son, en muchos casos debajo de la línea de indigencia, hoy en $20.000. La línea de pobreza escaló en octubre a $49.912, por debajo de la cual están la mayoría de los salarios argentinos.
El movimiento de desocupados independiente del gobierno que integra el Polo Obrero saldrá a la calle ante la eliminación del IFE, más que nunca levantando el reclamo de un seguro al desocupado de $30.000. En los barrios la inquietud es generalizada por eso las únicas medidas que se anuncian tienen que ver con ayuda alimentaria y bono para la AUH. Pero esto es aspirina para una situación socialmente explosiva.
A pesar del cepo de la burocracia sindical en el movimiento obrero se advierten luchas diversas en el puerto, en el transporte, autoconvocatorias en la UOM (Siderca), en Ferroviarios (agrupaciones opositoras y Seccional Oeste), paros telefónicos, paro en UTA Rosario, y un formidable paro y movilización de los profesionales de la salud de CABA a lo que seguirá un acampe en Plaza de Mayo de enfermería. Las aguas se mueven, hay una deliberación abierta, por eso hemos levantado en Plaza de Mayo el reclamo de paro nacional y plan de lucha. Ya un plenario multicolor docente de 500 activistas de la provincia de Buenos Aires votó el reclamo de paro nacional y plan de lucha.
Hay que llevar el debate a todo el movimiento obrero. Desde luego, al Plenario del Sindicalismo Combativo para poner proa a una jornada nacional que puede o no coincidir con el tratamiento de la movilidad. Desde el clasismo y la izquierda tenemos que apuntar a la intervención de la clase obrera en la crisis, condición para un salto en la construcción de una alternativa obrera y socialista y para abrir paso a una salida de los trabajadores. De aprobarse el aborto legal, por el cual hay que movilizarse de inmediato para garantizar su contenido y su aprobación, será una victoria de la marea verde que tonificará al movimiento popular. Vamos por ella.
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