Políticas

23/11/2021

Salta el riesgo país y se desploman bonos y acciones, una nueva corrida

Un gobierno acorralado por su subordinación al FMI.

A pesar de ser feriado, la semana comenzó con nubes de tormenta para la economía argentina en los mercados internacionales. Con una fuerte caída en la cotización de las acciones de empresas criollas en Wall Street, que contando desde las elecciones llega en algunos casos nada menos que a orillar el 25% (es decir de la cuarta parte de su valor bursátil), y un alza acelerada del riesgo país, se consuma una nueva corrida para forzar al gobierno a concretar los avances que promete en el acuerdo con el FMI y una devaluación de la moneda.

El riesgo país que mide el JP Morgan cruzó el umbral de los 1.800 puntos, mientras que una baja en la cotización de los bonos de deuda soberana los dejó en niveles mínimos desde el canje del año pasado, tanto en la plaza local como en Nueva York. En la bolsa neoyorquina se ve cierto rebote de la compañías argentinas que sin embargo no revierte el bajón de las últimas dos semanas, mientras que en el Merval porteño la tendencia sigue siendo descendente.

Los analistas de mercado descuentan que el cuadro obedece a la incertidumbre sobre el rumbo oficial. Es que a pesar del anuncio de la presentación de un plan plurianual que contenga el ajuste que exige el Fondo y de hacer eje en una serie de proyectos de ley con ventajas para las empresas de las principales ramas en función de incentivar inversiones y la exportación, lo cierto es que domina un impasse y en el mientas tanto el Banco Central sigue perdiendo reservas. Ahora, a una brecha cambiaria que no baja del 100% se agrega la brusca devaluación del 10% de la lira turca, que amenaza con impactar de lleno en los mercados emergentes y suma presión por una depreciación en regla del peso argentino.

La nueva corrida es un apriete del capital financiero para imponer la “normalización” de la que tanto habla Martín Guzmán. La movida refuta la ilusión óptica generada por el discurso oficialista, que consiste en mostrarse como un firme negociador en las rondas con los funcionarios del FMI, cuando sucede que la subordinación de toda su política económica a las directivas del organismo lo coloca en la palma de la mano de los movimientos del gran capital. Lo que vemos ahora es un baño de realidad que deja en claro quiénes son los que ponen las condiciones.

El escenario refuerza las presiones por una devaluación en regla, dejando en off side el anhelo de controlar la situación dando una vuelta de tuerca a las restricciones cambiarias. La medidas del Central ahondaron la brecha del dólar oficial con las cotizaciones paralelas, pero no impidieron que desde principios de octubre las reservas internacionales hayan perdido más de 2.500 millones de dólares solo en operaciones para intervenir sobre los tipos de cambio paralelos. Quiere decir que en plena escasez las divisas siguen financiando la fuga de capitales de los que desarman sus inversiones en pesos, pero la ecuación ya no cierra. Las alertas empiezan a teñirse de rojo porque se acercan abultados vencimientos con el Fondo Monetario, que solo en el verano se aproximan a los 6.000 millones de dólares.

Todo el cuadro es demostrativo del punto muerto en que se encuentra anclado el gobierno del Frente de Todos. Resulta que Alberto Fernández intenta dar señales de que tiene una apuesta definida en el fomento a las ramas de exportación que hipotéticamente podrían generar las divisas para hacer frente al repago de la deuda, pero ninguno de todos los grandes sectores empresarios agasajados con proyectos de ley de beneficios impositivos (petroleras, cerealeras, automotrices, entre otros) los ha recibido con mucho entusiasmo; lo que exigen es garantía de que podrán girar sus ganancias al exterior, lo cual reaviva el síndrome de la frazada corta en torno a la escasez de dólares.

El caso testigo es el anuncio de inversiones de la francesa Eramet para el extracción de litio en Salta, que tuvo como condición un compromiso de Miguel Pesce de que el BCRA flexibilizaría el acceso al mercado de cambios oficial. Lo mismo grafican las condiciones coloniales que puso sobre la mesa la australiana Fortescue para iniciar realmente el proyecto de producir hidrógeno verde en Río Negro.

El tema domina los intercambios con el staff del FMI. Muchos han recordado estas semanas el acuerdo que firmó Islandia en 2008, el cual contemplaba el sostén de un cepo cambiario. El requisito fue un ajuste fiscal formidable, que permitió a ese Estado cancelar por anticipado y en efectivo sus pagos al organismo. En la Casa Rosada ya vienen haciendo los deberes en esa materia, llegando a la recta final del año con un déficit en torno a la mitad del presupuestado, pero como vemos ello ni siquiera les permitiría evadir una devaluación. Habiendo dilapidado la totalidad del récord exportador derivado de los altos precios de las materias primas, se encuentra entre la espada y la pared.

El punto es que una depreciación del peso incide automáticamente en otras variables sensibles. El de las tarifas es un aspecto paradigmático, porque si ya pretenden recurrir a artilugios como la segmentación para viabilizar los aumentos en la boletas -que trasladen a los usuarios buena parte de lo que se transfiere hoy a las privatizadas vía subsidios-, el precio dolarizado del gas que es el insumo clave de toda la matriz energética multiplicaría la presión sobre el cuadro tarifario. En términos más generales, vale lo mismo para una inflación que con “dólar planchado” corre al 50% anual.

Este apriete del gran capital a un gobierno acorralado por su propia política encontró su réplica, no en la deslucida movilización oficialista que se congregó en Plaza de Mayo luego de la derrota electoral para escuchar al presidente comprometerse en el pago de la deuda, sino en las organizaciones piqueteras que todos los días luchan contra el hambre y ganaron la calle este martes con la consigna “Fuera el FMI” y para exigir el cobro de un bono de fin de año, entre tantos reclamos que van desde asistencia a los comedores hasta trabajo genuino. La masiva movilización realza la importancia de la convocatoria del Frente de Izquierda Unidad a preparar una acción de masas en todo el país el 11 de diciembre, porque como reza su comunicado “la deuda solo se paga con el hambre del pueblo”.