Patricia Bullrich confirmó que Carlos Melconian sería el ministro de Economía de un eventual gobierno de Juntos por el Cambio. Se trata de un viejo hombre de Estado. Ha sido funcionario de la última dictadura militar y también se ha desempeñado como presidente del Banco Nación bajo la presidencia de Mauricio Macri. Melconian ya presentó el plan económico y el programa de reformas que llevaría adelante para cumplir con las exigencias de los capitalistas y el FMI.

El fin último del plan de Melconian consiste, según el propio autor, en producir un “cambio estructural que genere condiciones para la inversión y empleo privado”. Este programa incluye el establecimiento de una economía bimonetaria (que traería consigo una profunda devaluación del peso), recortes en el gasto público, un plan de despidos, reformas reaccionarias de los regímenes laborales y jubilatorios, tarifazos y más prebendas para la clase capitalista.

En el plano económico más general, la bimonetarización de la economía implicaría legalizar la convivencia del peso y el dólar como monedas para utilizar en contratos y todo tipo de transacciones. Melconian quiere estructurar un sistema de libre acceso a divisas para que los capitalistas inviertan aprovechándose de una mano de obra que tendría por lejos los salarios en dólares más baratos de la región.

Para llevar adelante esa política, un asesor de Melconian dijo que habría que “convencer a quienes tienen dólares para que los reintroduzcan, de a poco, con seguridad, en el sistema económico”. O sea, se impulsaría una ley de blanqueo.

Melconian pertenece a la Fundación Mediterránea, un think tank de la burguesía fundado en Córdoba, en plena dictadura militar. Fue dirigido en su momento por Domingo Cavallo. Se trata de una herramienta utilizada por un sector de la clase capitalista para hacer lobby por su programa. Bullrich y Melconian se valen de esto para mostrar que cuentan con apoyo empresarial.

La idea de que un gobierno respaldado directamente e integrado por las patronales generaría las condiciones para que se produzca una ola de inversiones ya fracasó con el gobierno Macri. La liberación cambiaria que propone Melconian reviviría esa experiencia que rompió récords en fuga de capitales. Esa tentativa, además, se choca con la crisis capitalista mundial y las subas de las tasas de interés internacionales.

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El déficit cero que plantea Melconian solo puede ser alcanzado por medio de una ofensiva en regla contra los trabajadores. En esta línea se anota su propuesta de reducir un 25% el sector público en el primer año de gobierno. Esto implicaría, por ejemplo, el despido de miles de trabajadores estatales.

Además, también tendría que llevar a cabo recortes sobre los presupuestos de salud y de educación, lo que recrudecería la crisis que impera en esos sectores. Sobre las compañías públicas, Melconian dijo que “hay empresas para cerrar, traspasar a provincias y redimensionar”, entre ellas Aysa, Correo Argentino y Yacimientos Carboníferos Fiscales.

A esto hay que sumarle una política de tarifazos destinada a compensar una reducción de los denominados “subsidios económicos” (por ejemplo, los que reciben las privatizadas). Se trata de una orientación inflacionaria. Los tarifazos y la devaluación del peso que vendría de la mano de la bimonetarización y de la liberación del cepo llevarían al país a un desquicio económico de gran envergadura.

Por otro lado, la reforma laboral que propone Melconian implica avanzar en un ataque en toda la línea contra los convenios colectivos y las condiciones de trabajo. El elegido de Bullrich quiere “reducir el costo laboral”, o sea, bajar los salarios, eliminar las indemnizaciones y terminar con los convenios ultraactividad. También propone convertir los programas sociales en subsidios para las patronales que contraten a sus beneficiarios.

A los jubilados, Bullrich y Melconian les declaran la guerra. En un gobierno suyo, los nuevos ingresantes al mercado laboral carecerían de regímenes especiales “para que todas las personas puedan jubilarse, dentro de 30 años, con un único régimen general”. También plantean suprimir las moratorias previsionales y eliminar “el requisito de los 30 años de aportes, tomar para la definición del cálculo de los haberes los sueldos cobrados durante toda la vida laboral”.

En cambio, a los grupos capitalistas les prometen todo tipo de beneficios. Sin embargo, Melconian declaró que las retenciones a los sojeros y las cerealeras no recibirían una “rebaja indiscriminada” en un primer momento, planteo que entra en colisión con el de Bullrich, quien dijo que quitaría las retenciones el primer día de gobierno.

Esto muestra la inviabilidad de lo que postula la candidata del PRO y también las divergencias que existen al interior de la clase capitalista, en particular sobre cómo cumplir con el FMI y el pago de la deuda externa.

Las medidas de Bullrich-Melconian forman, en conjunto, un plan de guerra contra los trabajadores al servicio de las patronales y el FMI. Muchos grupos capitalistas verán sus ganancias aumentar con la destrucción del salario y de los regímenes laborales.

A medida que pasa el tiempo van quedando cada vez más claros los objetivos de la clase capitalista nativa y la burguesía imperialista para la etapa por venir. Sus políticos se postulan para aplicar duras medidas de ajuste. Javier Milei, de La Libertad Avanza, presentó su programa antiobrero de gobierno hace relativamente poco.

Y Sergio Massa, el ministro-candidato de Unión por la Patria, si bien es más cauto a la hora de exponer sus planes, comparte una agenda similar. Basta con ver la política en beneficio de los capitalistas, los banqueros y los acreedores internacionales que está aplicando actualmente, mientras cada vez más trabajadores se sumen en la pobreza.

Los trabajadores tenemos que organizarnos para derrotar a los capitalistas y sus gobiernos.

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