Finalmente, Sergio Massa anunció (por las redes) el paquete de medidas “compensatorias” del golpazo devaluatorio y el salto inflacionario post Paso, tan reclamado por las burocracias de la CGT y las CTA.

Lo que se presentó como parte de un “Programa de Fortalecimiento de la Actividad Económica y del Ingreso para las familias argentinas” es apenas un paliativo que intenta disimular el desplome generalizado de los ingresos, hasta las elecciones de octubre.

Los trabajadores estatales y privados formales recibirán un bono no remunerativo de 60 mil pesos, en dos cuotas, que será absorbido por las próximas paritarias; para las trabajadoras de casas particulares será bastante menos: 25 mil pesos (o proporcional a las horas trabajadas) y por única vez; para los jubilados que cobran la mínima, un bono de 37 mil pesos por tres meses. Los beneficiarios del Potenciar Trabajo recibirán 10 mil pesos por dos meses. Los monotributistas son eximidos del pago del “componente tributario” por seis meses y se les ofrece una línea de créditos. El anuncio directamente deja afuera a la inmensa mayoría de los trabajadores informales.

El paquete fue consensuado con el FMI que, casi al mismo tiempo, dejó trascender el compromiso asumido por Massa para destrabar el último desembolso: “el Gobierno deberá conseguir equilibrio fiscal entre agosto y noviembre y aplicar un ajuste del 11% real interanual en el gasto primario”; “el salario de los empleados públicos deberá recortarse un 5% real en esos meses y se deberá aplicar un ajuste de la tarifa eléctrica para usuarios de bajo y mediano ingreso a partir del 1° de septiembre”.

Es decir, los anuncios no solo quedan muy lejos de compensar el nuevo salto que ha dado la crisis (la proyección inflacionaria anual se acerca al 150%. El consumo se derrumbó; por ejemplo, la merma en la demanda de carne fue de entre 35% y hasta 50% durante la última semana) sino que contrasta con el horizonte inmediato de una mayor ofensiva contra los trabajadores.

La CGT emitió un comunicado en apoyo a Massa que revela el abismo que la separa de sus bases: “las medidas –dice-  van en la senda de un Estado presente” y “nos permiten vislumbrar otro horizonte para nuestro país, con más trabajo, más producción y más desarrollo”. En igual sentido se pronunció la CTA. Hugo Yasky celebró en su cuenta de X (la ex Twitter) “que el gobierno haya reaccionado con una batería de medidas para los sectores más golpeados”.

El “Estado presente” que defiende la burocracia es, para las amplias masas de nuestro país, un padecimiento. La catástrofe electoral de Unión por la Patria lo demostró. Y la parálisis que le impone a los sindicatos no solo pavimenta el ajuste del FMI y el crecimiento exponencial de la pobreza, sino que explica, en gran medida, el crecimiento de fachos como Milei.

Las asambleas y movilizaciones de docentes y estatales, de trabajadores del Conicet, la paritaria récord  arrancada por el Sutna, la marcha multitudinaria del movimiento piquero independiente, son señales de una voluntad de lucha que se abre paso desde abajo.

Impulsemos el debate en todos lugares de trabajo. Necesitamos un congreso de delegados electos en asambleas de todos los sindicatos y organizaciones de desocupados, por un inmediato paro nacional y un plan de lucha contra el ajuste de Massa y el FMI y contra la amenaza de un mayor ataque a nuestros derechos que representa Milei.

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