Políticas

2/10/2025

editorial

A Milei ni Trump lo puede salvar y Espert lo entierra más

Hay que preparar la huelga general e impulsar el voto al FIT-U.

Fuera Milei.

El salvataje de Trump y Bessent a Milei duró menos que un suspiro: cuatro días después de la reunión que tuvieron en Nueva York la perspectiva de un default apareció con toda la fuerza, el riesgo país “recuperó” lo perdido y llegó el miércoles 1° a casi 1.250 puntos; el dólar oficial pegó un nuevo salto, pero con el agravante que volvió la brecha cambiaria (que supuestamente venía a liquidar la banda de flotación acordada con el FMI) y con ella volvió el “rulo”, o sea la especulación comprando en el oficial y vendiendo en los paralelos; el Central volvió a vender dólares (400 millones en un solo día), y los 7.000 millones de las cerealeras se esfumaron dejando gusto a muy poco, aunque, eso sí, dejaron un agujero fiscal de más de 1.500 millones de dólares, una crisis con los productores que quedaron fueran del beneficio y una crisis en el gobierno yanqui por el pataleo del sector agrario afectado por la quita de retenciones en la Argentina. En el medio Milei tuvo que salir a reconocer que la economía está estancada y las evidencias que la inflación solo está relativamente contenida por la enorme caída del consumo auguran una mayor retracción.

Este jueves el secretario del Tesoro norteamericano tuvo que reiterar que Estados Unidos está dispuesto a salir a apoyar a la Argentina si es necesario, sin embargo, habría que preguntarse por qué una reiteración de lo mismo de hace casi 15 días produciría ahora un efecto distinto. Los condicionamientos para que el apoyo a Milei vengan no han cambiado: serán después de ver el resultado electoral y aclaró que no vendrá plata, solo el swap. Bessent no solo busca aprovechar el derrumbe del plan de Milei-Caputo para tomar determinaciones y ordenar medidas –como fue el fin apresurado de la quita de retenciones- también vela por las ganancias de sus amigos que tienen bonos argentinos que caen día a día. Pero Bessent y Trump tienen sus propios problemas, la promesa de ayuda a la Argentina no fue bien recibida en Estados Unidos, cayó justo cuando el gobierno entró en un nuevo “shutdown” (cierre administrativo de todo el gobierno) porque no se llegó a un acuerdo para el financiamiento ya que en el Capitolio no se aprobó el presupuesto. Por otro lado el Fondo de Estabilización Cambiaria del gobierno americano de donde saldrían los 20.000 millones de dólares para el swap con Argentina no es muy abultado: no tienen más de “U$S 27.000 millones entre títulos del Tesoro y monedas extranjeras. Quiere decir que un swap de U$S 20.000 millones del Tesoro estadounidense consumiría el 72% del chanchito de Bessent” (Clarín, 30/9).

El tándem Milei-Caputo salió a tomar medidas desesperadas, poniendo una suerte de cepo, por un lado para evitar el rulo a través de los dólares financieros, por el otro impidiendo la venta de dólares a través de las billeteras virtuales lo cual afecta a los pequeños ahorristas y trabajadores que no están bancarizados, es decir, no tienen cajas de ahorro en dólares para proceder a comprar. Las corporaciones, traders y especuladores le encontraron la vuelta y la brecha sigue creciendo, los pequeños ahorristas quedaron atrapados en el peso que se va desvalorizando. En concreto, la precariedad que Milei y Trump querían disimular para llegar al 26 de octubre saltó con más fuerza, las evidencias de que se viene una devaluación después de las elecciones agitan la corrida para cubrirse desprendiéndose de los pesos y no aparecen en la mira medidas que puedan impedirlo. Demasiados “salvatajes” que no salvan, y la crisis se agrava.

La camarilla gobernante en liquidación

Lo que se ha puesto de manifiesto es que la camarilla gobernante empieza a resquebrajarse a pasos acelerados, y el derrumbe económico es una de las razones. Las denuncias –ya conocidas- de la ligazón de Espert con el narco Machado cobraron fuerza y terminaron poniendo en crisis la campaña electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, nada menos. Bullrich decidió cortarse con una línea opuesta a la del propio Milei reclamándole al patotero que dé explicaciones, cosa que hizo y terminó empeorándola, ahora salieron su exsecretaria de prensa y el titular del partido que le puso el sello en ese momento para enterrarlo más.

Las declaraciones de Bullrich muestran una quiebra en el gobierno, de la mesa política creada para revertir la derrota del 7 de setiembre en la provincia de Buenos Aires no quedan ni las patas. Con este cuadro de fondo se tiene que reconfigurar el gobierno después del 26, por exigencia de Trump, del FMI, de la burguesía nativa para darle “sustentabilidad” a medidas que van a provocar una agudización de los ataques a las masas, es decir, el acuerdo colonial entre Trump y Milei requiere más garantes. Hay una división entre los distintos sectores de la propia clase capitalista en torno a cuál es la salida, las quejas de las organizaciones patronales del campo por el negociado que el gobierno el armó a las cerealeras es una expresión de ello, pero también los reclamos del sector industrial, de los “capitanes de la industria” como Paolo Rocca o Madanes e incluso de los propios bancos. El gobierno de Milei para la clase capitalista empieza a perder su “encanto”. ¿Es capaz de garantizar las reformas estructurales para lo cual está siendo sostenido? Un gobierno de “coalición”-que dé “sustentabilidad”- debe superar más que el rechazo del propio Milei, debe tener un eje y este sería la devaluación.

Las elecciones y la perspectiva para los trabajadores

Mientras tanto los costos de esta crisis se descargan sobre los bolsillos populares. Un relevo efectuado por Ámbito refleja que los aumentos salariales que se recibirán en octubre están por debajo de la inflación y eso incluye a los estatales de las provincias, incluida la de Buenos Aires -que recibirán el 2,5% sobre los sueldos de julio-, los nacionales el 1,2 igual que los camioneros, la Uocra el 1,1 y así con otros. Todo esto va agudizar la pérdida del salario real que se manifestó en el primer semestre del año. El agujero que dejó el perdón a las cerealeras y el de la caída de la recaudación gracias a la eliminación de impuestos a los capitalistas son cubiertos con un mayor ajuste. Nada de esto cambió la política de colaboración de la burocracia sindical con el gobierno.

El gobierno llega a las elecciones en una crisis de alcance profundo. Las perspectivas que se abren después del 26 todos plantean un cuadro convulsivo, de fuertes choques. El repudio al gobierno crece y se expande, y el peronismo pretende apoderarse de ese repudio explotando el triunfo electoral del pasado 7 de setiembre y colocarse como capaz de producirle una nueva derrota electoral a Milei. Es una trampa enorme, porque se trata de quienes le dejaron a Milei hacer el ajuste y ejecutaron el propio, quienes estuvieron ausentes de las luchas contra ello, los responsables de la parálisis de las organizaciones obreras y son los que juramentan que no pretenden terminar con Milei sino con sus “formas”, es decir, buscan el respaldo electoral que los ubique terciando en la conformación del gobierno para defender el planteo de la devaluación y el programa de las patronales.

El peronismo también pretende que la reacción popular frente a la gravedad de la crisis lo tenga como bombero para controlarla. Es bueno recordar que hace 50 años cuando el gobierno peronista de Isabel decidió apelar a una devaluación profunda y un cepo a los aumentos salariales (Rodrigazo) se produjo una huelga general de 45 días a la cual la burocracia de la CGT se sumó al final y fue el principio del fin del gobierno peronista. Los trabajadores que enfrentan vigorosamente los despidos –como estos días los de Bed Time- u ocupan fábricas frente al cierre –como Morvillo-, o salen a lucha por el salario como los del Garrahan, o ganan las calles contra el ajuste en discapacidad o a los fondos en las universidades, muchos de ellos incluso contra la burocracia sindical, son la expresión de una tendencia que el gobierno de Milei no pudo destruir.

La campaña electoral del Frente de Izquierda, para el Partido Obrero, es una herramienta fundamental para dotar a la irrupción de los trabajadores en la crisis de un programa de salida, obrero y socialista, de una perspectiva de lucha independiente, de una ruptura con los partidos patronales y sobre todo con el peronismo. La necesaria derrota de Milei solo puede ser encarada con esta perspectiva. 

Fuera Milei, abajo el ajuste de los gobernadores. Vamos con el FIT-U en todo el país.

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