Políticas

23/10/2025

EDITORIAL

Una prueba de fuerzas en medio de la crisis del pacto colonial Trump-Milei

El rescate es para los fondos de inversión; el pueblo paga la cuenta.

Las elecciones de este próximo domingo serán una prueba de fuerzas en el marco de una enorme crisis política y, particularmente, de la crisis de los sucesivos rescates que el gobierno viene llevando adelante para contener la explosión de un esquema económico agotado. El salvataje de 20.000 millones de dólares anunciado por Trump luego de la derrota del gobierno el 7 de septiembre no ha logrado, hasta el momento, contener la suba del dólar. Milei no va solamente a elecciones con un dólar en ascenso; va con Espert en la boleta, quien tiene denuncias por narcofinanciamiento en un caso que salpica a la ministra Bullrich, y con la candidata narco en Río Negro a quien agarraron con un kilo de cocaína en Estados Unidos. Va con las renuncias a cuestas de Cúneo Libarona y de Gerardo Werthein en la semana, con una crisis interna, y con el enigma sin resolver de si, como quiere el imperialismo, va a ser capaz de montar una coalición viable para gobernar después de octubre.

Por eso Milei bajó las expectativas, sosteniendo que una buena elección para el gobierno sería sostener un tercio para voltear leyes. Es una confesión de la naturaleza de un gobierno minoritario, que conspira contra una población cuyo apoyo es incapaz de ganarse. No hay nada más contrario a la democracia que apoyarse en un blindaje de un tercio de las cámaras para rematar el país contra las reivindicaciones de las mayorías.

La oposición patronal llega a este octubre pisando el freno. Los gobernadores modificaron el proyecto de reforma de la ley de DNU para impedir su aprobación. La CGT está paralizada, mientras el gobierno “reglamenta” las leyes del Garrahan y de la universidad afirmando que no va a cumplirlas. Los candidatos del PJ desfilan por el salón Felipe Vallese elogiando esta postración mientras atacan a la izquierda, cuyos votos tildan de “inútiles”. ¡Cuando son las luchas que protagonizó e impulsó la izquierda las que fueron acorralando y golpeando al gobierno de Milei! Los gobernadores, incluyendo los peronistas, están a la expectativa de un eventual reseteo del gobierno que les permita volver a pactar y salvar algo para las arcas provinciales. El resultado del domingo va a ser un replanteo para una nueva negociación en busca de “gobernabilidad”, o sea, para un nuevo rescate del régimen de Milei.

Por eso el voto a la izquierda tiene un valor enorme: porque es un voto para convocar al pueblo a movilizarse en las calles y terminar con esta experiencia pavorosa que representa el mileísmo para la Argentina. 

Crisis a dos bandas

La crisis nacional tiene su contrapartida en la crisis política que abrió el llamado “rescate” en los propios Estados Unidos. La política de Trump acumula críticas y denuncias; sus opositores (como el premio Nobel de economía, Paul Krugman) advierten que se trata de una maniobra de bajo vuelo orquestada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, para sostener el valor de los activos de los fondos de inversión que se metieron a especular con las tasas impagables de la bicicleta armada por Caputo. Especialmente del fondo Discovery de Rob Citrone, que invirtió fuerte en bonos y acciones argentinas desde la llegada al poder de Milei. El dueño de dicho fondo viene de trabajar con George Soros junto al mismo Bessent.

La oposición demócrata señala lo obvio: que el rescate no apunta a salvar a la Argentina, sino a vehiculizar la fuga de capitales para salvarle el pellejo a los fondos de inversión. La cuenta, al final, la pagará el pueblo argentino, que deberá cargar con una nueva mochila de deuda puesta al servicio de rescatar al capital financiero internacional. Es un episodio agravado de la saga de Caputo, que incluyó a Macri pidiendo deuda al Fondo para garantizar la fuga de capitales invertidos en el país para ganar con las altas tasas de interés. “Hagan carry”, decía el ministro hace unos meses; total, las tasas astronómicas se abonan con créditos que terminan pagando los trabajadores a través de sus impuestos y del brutal ajuste contra educación y salud.

Que el rescate no va a salvar al gobierno lo muestra la experiencia reciente: Milei viene de agotar los ingresos del blanqueo, de los Repo bancarios, del préstamo del Fondo y de la liquidación con retenciones cero de los sojeros. Todo en el altar de sostener el tipo de cambio para beneficiar a los fondos de inversión que vienen lucrando con la deuda y para sostener el esquema “antiinflacionario” que tampoco terminó con la inflación.

Con solo enumerar esto queda claro que, de no mediar un cambio en el esquema económico, la cuenta creciente de salida de capitales se va a morfar el préstamo de Trump. Por eso la contrapartida del paquete es una devaluación de la moneda, para la cual los norteamericanos se estarían cubriendo con compras de dólares a futuro mientras venden al día en el mercado local. Lo dicho: el rescate solo viene a rescatar a los fondos de inversión; el pueblo paga la cuenta.

Hay que decir que en la lista de los promotores de la devaluación monetaria se anota como número 1 el peronismo, para beneficiar al llamado “sector productivo” a costa de salarios y jubilaciones sobre los cuales pesa un cepo. Para el pueblo argentino es vital saber cómo se ubica cada una de las fuerzas que concurrirán a estas elecciones en relación con este paquete de rescate. El Frente de Izquierda plantea su no pago e investigación, así como el del total de la deuda externa usuraria y fraudulenta. El peronismo, en cambio, partirá del reconocimiento integral de esta deuda fraudulenta, como lo hizo con la deuda de Macri-Caputo y en todos los casos anteriores. Una fuerza de la burguesía nacional es incapaz de romper con las cadenas de sometimiento al capital financiero y el imperialismo.

El alineamiento y la guerra comercial

La contrapartida obvia de este “rescate” es el pedido de alineamiento “anti China”. Esto vale para la obra pública, las inversiones militares, las redes de 5G, el transporte y todas las áreas que Estados Unidos considera estratégicas. Quienes critican la política trumpista sostienen que, de retirarse el swap chino, los préstamos terminarían cubriendo los fondos que China recuperaría. Y que, de todas formas, los dólares del swap norteamericano van a ir a financiar las importaciones de Argentina desde China. En un cuadro de guerra comercial, el objetivo de alinear a la Argentina con Estados Unidos y desacoplarla de China tiene enormes contradicciones.

Pero este alineamiento choca con una enorme penetración de China en el país, tanto a través del manejo de gran parte del comercio exterior argentino como de los compromisos y el financiamiento de obra pública, e incluso mediante la base en Neuquén. Desandar este camino en relación con China solo puede hacerse a costa de crisis y de relegar sectores del capital local que actúan fuertemente como socios chinos. Todo augura futuras crisis políticas y realineamientos al interior de la burguesía.

Y los choques con China son solamente parte del problema, porque la injerencia del capital norteamericano en la Argentina también produce choques con sectores nacionales. Un ejemplo es la industria de los medicamentos, que se vería afectada por las regulaciones para el pago de patentes que impulsa el imperialismo norteamericano. Algunos comentaristas le atribuyen a Werthein la defensa de estos intereses y a todo este choque un rol importante en la salida del canciller. Como se ve, la viabilidad de este paquete está cuestionada “por arriba”.

El peronismo se apoya en estas contradicciones para plantear una política exterior de equilibrio en el marco de la guerra comercial. Pero esta proclama de una política exterior “autónoma” no tiene en cuenta que, tanto para China como para Estados Unidos, la Argentina no es más que un reservorio de soja y de minerales a futuro. El equilibrio entre el imperialismo norteamericano y una China en ascenso, ambos en busca de relaciones de corte extractivista, no tiene nada que ver con un desarrollo nacional autónomo. Es, en parte, lo que hizo el kirchnerismo sin sacar nunca a la Argentina del atraso, ni proponerse una industrialización que debería comenzar por romper con el corsé de la deuda y nacionalizar la banca y el comercio exterior para volcar los ahorros del país a un desarrollo nacional.

El peronismo, rumbo a la “memoria completa” con Victoria Villarruel

Pero si algo muestra de cuerpo entero la posición del peronismo frente a la situación política es el acto de Kicillof con la CGT reivindicando a Rucci. Hace dos semanas tuvimos el acto de Victoria Villarruel con Gildo Insfrán reivindicando la represión del Ejército contra Montoneros en el Regimiento de Infantería de Montaña de Formosa en el año ‘75, cuando ya el Ejército ejecutaba el Operativo Independencia de represión con campos de concentración en Tucumán, capitaneado por Videla, y cuando la Triple A asesinaba activistas en todo el país. Ahora, nada menos que Kicillof participó de un homenaje a Rucci con la CGT. Rucci fue el máximo responsable de la matanza de Ezeiza, de la burocracia sindical contra la juventud peronista en ocasión del retorno de Perón el 20 de junio del ‘73. La hija y activista en reivindicación de su padre, Claudia Rucci, trabajó hasta enero con Villarruel en el Senado con la perspectiva de incluir los llamados “crímenes de la guerrilla” entre los atentados a los derechos humanos. El peronismo gira a la posición de Agustín Laje.

El gesto de Kicillof, en el marco de una enorme crisis nacional, tiene un contenido muy profundo: avala los pactos de la CGT con el gobierno, reclama sus propios pactos y busca inocular al peronismo frente a cualquier perspectiva de radicalización. De paso, es un guiño a la propia Villarruel, que prepara un recambio político para el caso de que se agudice el fracaso del gobierno de Milei y se plantee un escenario de retiro anticipado. De esta entente conservadora y pro Triple A, no puede salir nunca un planteo progresivo para la clase trabajadora.

Lo demuestra que ante el coro patronal que salió a recolocar el eje de la reforma laboral el peronismo salió a explicitar que apoya el reemplazo de los convenios y las negociaciones colectivas por acuerdos por empresa: en palabras de Itai Hagman, los derechos laborales son una nostalgia del pasado. Que no son meras declaraciones preelectorales quedó confirmado con el paso por el Congreso del secretario de Trabajo, Julio Cordero, quien al presentar el contenido de la reforma antiobrera destacó especialmente la colaboración de la burocracia sindical peronista.

El final abierto y la lucha de clases

Este cuadro de crisis del gobierno, signado por contradicciones y choques, solamente puede ser resuelto favorablemente para los intereses populares si se redobla una intervención de lucha que permita doblegar al gobierno y plantear una alternativa. El peronismo no se anota en esa; celebra a la CGT. Nosotros, en cambio, nos preparamos: están en agenda nuevas y masivas marchas contra el genocidio en Palestina. La universidad, el Garrahan y discapacidad pelean por la aplicación de las leyes que lograron arrancar. En el movimiento obrero fabril, el Sutna vuelve a parar por 24 horas por su paritaria. Y el movimiento piquetero marcha a un plenario el 8 de diciembre de cara al 20, retomando la iniciativa contra el gobierno del hambre y la miseria.

Impulsemos el voto al Frente de Izquierda y preparemos las luchas para terminar con el gobierno de Milei. Por la ruptura con el Fondo Monetario y el imperialismo, por la unidad socialista de América Latina, por un gobierno de los trabajadores. 

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