Políticas

10/7/2022

La semana

La llegada de Batakis, las “acciones dolorosas” del Fondo y una lucha popular que les hace frente

Panorama político de la semana.

editor de Prensa Obrera.

Collage Prensa Obrera

Mientras se escribía esta columna para repasar el panorama político de la semana, miles marchaban en todo el país y a la Plaza de Mayo contra las “acciones dolorosas” que la directora del FMI le remarcó a la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis, quien al asumir definió su compromiso con el “equilibrio fiscal”. La convocatoria, que congregó a organizaciones piqueteras, sindicales y populares junto a los partidos del Frente de Izquierda Unidad, condensó los reclamos de la población trabajadora contra el ajuste en marcha, en medio de una aceleración de la crisis, y planteó una salida opuesta a la del gobierno que se hunde: romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda fraudulenta.

El presidente quedó en la cuerda floja después de haberse quemado el fusible de Martín Guzmán y -como sostiene la tapa de la edición impresa de Prensa Obrera, e incluso confirmó el propio Máximo Kirchner en un acto en Escobar- Cristina salió al rescate del gobierno del pacto con el Fondo. Pero el resultado, con la designación por descarte de Batakis, sostiene el mismo cuadro de inmovilismo, con el agregado de que su suerte ahora involucra a la misma vicepresidenta; es lo que desarrolla en su artículo editorial Juan García.

La corrida que decantó en la renuncia de Guzmán es muy ilustrativa de la inviabilidad de todo el programa acordado con el Fondo Monetario. Se pincha una burbuja de deuda en pesos, alimentada por la directiva del organismo de financiar el déficit fiscal mediante endeudamiento, lo cual no solo tiene un costo usurario para el país -mientras se hambrea los laburantes- sino que terminó poniendo la suerte del gobierno en la palma de la mano de la banca privada y los fondos de inversión (vale decir, de los agentes de la fuga de capitales que criticó Cristina desde el Calafate). La disparada de los dólares paralelos y el desplome de los bonos del Tesoro son indicadores de la crisis, que constituyen un ultimátum del mercado para imponer una aceleración de la devaluación. El gobierno “resiste” a sabiendas de que quedaría a las puertas de una hiperinflación, pero lo hace reforzando el cepo al turismo mientras el Banco Central dilapida reservas para contener la corrida y emite millonadas de pesos para sostener los bonos del Tesoro, o sea retroalimentando el problema.

Para los trabajadores la situación es crítica, porque como grafica el dicho popular “llueve sobre mojado”. La corrida tiene su expresión en remarcaciones especulativas de precios, incluso en productos de consumo masivo, el desabastecimiento de otros, más las subas en artículos o insumos importados por las mayores restricciones. El propio gobierno renovó Precios Cuidados con aumentos todos los meses y casi la mitad de productos, y ratifica los tarifazos. Es un nuevo golpe a los salarios, cuando las paritarias cerraron muy por detrás de la dinámica inflacionaria y los informes del Indec revelan una caída en la actividad económica que agrava la falta de empleo. Las nuevas directivas del FMI implican afilar los recortes a los jubilados (bajando el gasto previsional del 8,5 al 8,1% el PBI), cuando dos de cada tres cobra haberes de indigencia; y también planchan la obra pública, agravando la desocupación y la recesión.

Así, mientras todos los indicadores de la situación social refrendan la justeza de los reclamos de la lucha piquetera, toma forma una ofensiva de todos los gobiernos contra las organizaciones populares. Es un ataque al propio derecho de los trabajadores a organizarse, como revela la carátula de “asociación ilícita” con que la Justicia jujeña digitada por Gerardo Morales procedió a 16 allanamientos a comedores y militantes, en simultáneo con idénticos atropellos en la Ciudad de Buenos Aires.

Detrás hay un verdadero consenso antipiquetero. La alicaída figura de Milei fue relevada, en su rol de acérrimo enemigo de la organización de los desocupados, por la misma Cristina Kirchner que insiste en su planteo de recomponer el aparato de punteros de intendentes y gobernadores, en última instancia para avanzar en eliminar los planes sociales. Los partidos del régimen tienen claro que para avanzar en su “doloroso” pacto fondomonetarista deben quebrar a este movimiento de masas que hoy está a la vanguardia de la lucha popular, y escapa al chaleco de fuerza de las organizaciones sociales que se integraron al Estado -y de la burocracia sindical que le da la espalda a sus reclamos.

La respuesta de la Unidad Piquetera fue formidable, con asambleas frente a los principales municipios y gobernaciones de todo el país, donde deliberaron cómo seguir la pelea por trabajo genuino, un seguro universal al desocupado, asistencia a los comedores, y contra la criminalización de los luchadores. A Morales le contestaron 10.000 personas ante la Casa de Gobierno. Fueron instancias que además permitieron condensar toda una saga de reivindicaciones de los millones que viven en la barriadas, y con una práctica antagónica a la de los punteros peronistas.

El carácter del choque quedó retratado con la desestimación del proyecto de “Salario Básico Universal” por parte de la vocera presidencial Gabriela Cerrutti, aduciendo directamente que “no hay plata” para eso. Enterró así la más precaria reivindicación que quedaba a quienes se colocan a la izquierda en la coalición oficial, y se ganó así la réplica de Grabois que curiosamente aprovechó para resaltar que cualquier recomposición de los ingresos de los trabajadores debería darse por decreto. Una coincidencia nada casual con el planteo de Cristina Kirchner contra las paritarias y promoviendo en su lugar incrementos unilaterales de sumas fijas que achatan la pirámide salarial en plena estampida inflacionaria.

Con semejante cuadro, la directiva de la CGT se reunió de urgencia para definir… que esperará el “momento oportuno” para convocar aunque sea a una movilización. Muestra de sobra que lo que preocupa a los burócratas de la central no es cómo revertir el empobrecimiento en masa de los trabajadores, sino reposicionarse en los realineamientos dentro del peronismo luego de haberse visto obligados a albergar un acto de Alberto Fernández solo un día antes de la renuncia de Guzmán. Esta podredumbre realza el valor de procesos como la pelea que libra el Sutna clasista para arrancar mejoras salariales a las patronales del neumático, apoyado en asambleas en todas la fábricas y la movilización obrera; o incluso la reciente inscripción de un nuevo sindicato docente en La Rioja a partir de la formidable lucha de los autoconvocados contra la entrega de la paritaria. La campaña por un paro nacional y un plan de lucha colabora a clarificar más estos dos polos antagónicos dentro del movimiento obrero, perspectiva con la cual la Coordinadora Sindical Clasista impulsa un plenario nacional para el 6 de agosto.

En esta arena de antagonismos cada vez más marcados, tuvo una muy amplia repercusión el lanzamiento de la campaña política del Partido Obrero, que desde lo más profundo de La Matanza, esa supuesta capital del peronismo, llamó a construir un gran movimiento popular con banderas socialistas. Es que en las barriadas del conurbano, y de la Argentina en general, a la par del progreso de una lucha reivindicativa de los desocupados y precarizados también se desarrolla una lucha política abierta. El mensaje es tan claro que fue reflejado tal cual por los medios masivos de comunicación: con 7.000 personas en González Catán, el PO le respondió a Cristina Kirchner que no solo enfrenta su intento de que vuelvan los punteros, sino también que disputa la conciencia política de la clase obrera al nacionalismo burgués fracasado, que hunde en la pobreza al país para salvar un inviable pacto colonial con el FMI. Nada menos.

Buen domingo.

*La columna del editor de PrensaObrera.com se publica todos los domingos por la mañana. Recibí el adelanto en tu mail los sábados por la tarde, suscribite a nuestros newsletters.